- IV -
Iñaki Urkullu, “lehendakari” entonces del País Vasco, encabezó un discurso con “nosotros y nosotras”. El presidente de todos los vascos y las vascas se sumaba así a los esfuerzos de otros vanguardistas al sur del Ebro para modernizar el español. Todo un detalle, aunque para decir verdad su aportación se parece mucho al “vamos a dar lo mejor de nosotros y de nosotras” que ya habíamos oído anteriormente.
Enrique Abad, senador y portavoz de Defensa del Grupo Socialista en el Congreso, aportó también su óbolo a la igualdad de sexos en el ejército con la palabra “soldada”, abriendo de ese modo la puerta a la “caba”, la “sargenta” y la “alféreza”, hasta la “capitana generala”, grado militar de la nueva Princesa de Asturias, cuando sea coronada Reina. Se supone que la división entre damas y caballeros en el alumnado de las academias militares dejará paso a un igualitario “caballeros y caballeras”. Y es posible que para compensar haya en el futuro “brigadas” y “brigados”. De los soldados y soldadas de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se hablará después.
Iñaki Urdangarin, personaje que no necesita presentación, se congratuló urbi et orbi por el nacimiento de un hijo que “ha venido a colmar las expectativas que habíamos depositado…”. Como puede verse, el balonmanista ya apuntaba maneras, tomándose muy en serio su condición de cónyuge de una Infanta de España.
José Luis Rodríguez Zapatero cultivó más bien la poesía. Un día descubrió que “la tierra es del viento”, y otro, próximo a su cese como presidente del Gobierno, nos confesó un deseo oculto: “supervisar nubes”. De otras ocurrencias, como lo de que en Madrid se aprobaría cuanto acordase el Parlamento de Cataluña, mejor no decir nada para no entrar en el jardín de la política.
Mención especial merece el “austericidio” de Felipe González, el mismo que en otra ocasión, confraternizando con el pueblo, parece que exhibió su cultura cuando a un niño que se llamaba Héctor le explicó el origen bíblico del nombre. Y el mismo también que convirtió en esdrújula la palabra “solidaridad” poniendo el acento sobre la o. Pero volvamos al “austericidio”.
La nueva joya lingüística significaría literalmente algo así como la muerte de la austeridad, o sea, todo lo contrario de lo que su inventor entiende cuando acusa a Rajoy de haberse pasado un poco en la política de recortes y puño cerrado. Homicida es quien mata a un hombre, infanticida quien mata a un niño o infante, uxoricida el que mata a su mujer y regicida el que mata al rey. Un error lo tiene cualquiera y un borrón se le escapa al mejor escribano. Lo malo es que Felipe González no es un escribano, sino un destacado político que llegó a ser presidente del Gobierno y que quizás por eso creyera poder hablar con toda autoridad aplicándose lo que los católicos llaman “gracia de estado”. Otros prefieren invocar la ciencia infusa.
Valga citar también a Eduardo Madina. La confusión entre género gramatical y sexo, así como la preocupación por lo políticamente correcto, sigue siendo un manantial de ocurrencias. Ahí está aquel debate televisivo de los tres candidatos (¡horror! todo ellos varones) a la Secretaría General del PSOE. Eduardo Madina aprovechó sabiamente la ocasión para hablar de “secretarias de área y secretarios de áreo”, algo terrorífico en boca de quien pudiera llegar algún día a la presidencia del gobierno de España. Y si hubiera sido un lapsus freudiano, peor todavía.
Ahí van otras dos perlas para la hemeroteca. El nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, se propuso mejorar nuestro futuro “preveyéndolo”. Y Camacho, diputado del PSOE, se vanagloriaba por “representar a una provincia con tantas sinergias como Zamora”. El sabrá lo que ha querido decir, porque el diccionario de la Real Academia de la Lengua define la sinergia como “concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función”. Alberto Garzón, entonces Ministro de Consumo, reglamentó en TV, el 23 de febrero de 2021, el participio pasado del verbo proponer: “proponido”.
(Seguirá)