Feijóo emula a Tamames

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

EFEEl líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Alberto Núñez Feijóo vive engañado en un universo paralelo que nada tiene que ver con la realidad que le rodea. Sigue sin asumir que pese a lo que puedan indicar los resultados oficiales, perdió las elecciones del pasado 23J. Y que su intento de emular la pasada moción de censura de Ramón Tamames roza el ridículo al convertir su imposible investidura en una pérdida de tiempo y en un engaño sin precedentes a la ciudadanía. Con todo este paripé lleva camino el presidente popular de convertirse en un juguete roto sin posibilidad de arreglo.

Con los datos en la mano, el líder del PP ni suma ni sumará jamás, aunque el candidato socialista fracasase en su intento de conseguir el apoyo de los independentistas catalanes. Sánchez puede alcanzar o no su objetivo, Feijóo nunca. En ninguna variante de la ecuación resultante de las pasadas elecciones generales, en ninguna, hay esperanza para el líder conservador. Él es un candidato fallido desde las primeras horas del pasado 24 de julio.

Aceptó el encargo de Felipe VI sabiendo que era una tarea inútil. Posiblemente el rey hizo lo que debía toda vez que los nacionalistas e independentistas no se presentaron para decirle alto y claro que Feijóo nunca iba a contar con su apoyo. El que no estuvo en su papel fue el presidente del PP, que no debería haber aceptado el encargo ante la imposibilidad de alcanzar los 176 votos necesarios. Una imposibilidad que sabía antes de reunirse con el Jefe del Estado.

Desde entonces ha convertido su investidura en un juego de sobremesa, en esos 15 minutos de los que hablaba Andy Warhol, en una farsa, en un sketch de dibujos animados en el que le ha tocado, además, el papel de ese pobre coyote que persigue al correcaminos y que siempre acaba recibiendo las bofetadas.

El candidato popular cayó en la trampa de intentar esa investidura que sólo habitaba en sus sueños. Se puso a jugar como si todavía fuera posible y empezaron a lloverle las citadas hostias. Nadie, absolutamente nadie, quiere saber nada de un Partido Popular amarrado a Vox. Sólo el PSOE se avino a reunirse con el candidato inexistente, con el resultado previsible. El resto, nada. Deberían hacerse mirar en Génova 13 este rechazo casi total que despierta el partido conservador.

El ninguneo al que ha sometido este miércoles Pedro Sánchez a Alberto Núñez Feijóo no tiene parangón. Se lo ha ventilado en poco más de 45 minutos, le ha dicho alto y claro que “no es no” y ni siquiera se ha visto en la obligación de dar la cara después para explicar los motivos. Ha enviado a la portavoz del PSOE porque la propuesta popular, la verdad, no daba para mucho.

Feijóo ha pasado de aspirar a derogar el sanchismo a rogar a Sánchez que le dejara gobernar dos años. Patético es la palabra que mejor se ajusta a esta pretensión inaudita e imposible. Podría haber ofrecido el líder del PP, una gran coalición, incluso que los dos líderes se repartieran la presidencia dos años cada uno y eligieran a los ministros en ambos partidos. Pero no, le ha pedido que le dejaran gobernar por su cara bonita. Así como suena.

Y mientras el PP juega a la política ficción el PSOE echa el resto en la política real y negocia -tiempo tiene- para que su líder siga siendo el inquilino de la Moncloa. Y con el Tribunal Constitucional comiendo de su mano toda petición independentista será poca para Pedro Sánchez, que a buen seguro está dispuesto a pagar muchísimo más de lo que tiene para seguir donde está.

El PP se lo ha puesto fácil. Y a la hora de la verdad, Sánchez es un depredador dispuesto a vender su alma al diablo si fuera necesario, que lo será. Amnistía y dinero a raudales es lo que van a pedir los nacionalistas e independentistas vascos, catalanes y gallegos. Es lo que hay: 1.616.998 de los 24.743.612 de votos contabilizados el pasado 23J -o 26 diputados del total de 350 que se eligieron ese día- harán saltar la banca y se lo llevarán todo. Al tiempo.

Y mientras, Feijóo emulando a Tamames y jugando a las casitas.