La bola sigue rodando y creciendo y cada vez es mayor el hedor que desprende la zona noble de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), más concretamente el despacho de su presidente, Luis Manuel Rubiales Béjar. El serial que desde hace unas semanas lleva publicando El Confidencial, que no sabemos cuándo va a concluir ni la profundidad que va a alcanzar, tiene todo de lo que se puede alimentar cualquier escritor de novela negra al dejar entrever presuntos comportamientos mafiosos, trapicheos económicos, espionaje, adulteración de la competición, grabaciones ilegales, amenazas más o menos veladas y desde luego corrupción a espuertas. Acabo de leer Pánico, la última de James Ellroy, y no sé con qué noir quedarme, si con el que se desarrolla en Los Ángeles de los años cincuenta, o con el que se está viviendo en Las Rozas desde que en mayo de 2018 el controvertido dirigente llegó a la Ciudad del Fútbol.
Lo último que se ha sabido es que Luis Rubiales grabó y amenazó a altos cargos del Gobierno de Pedro Sánchez. El día anterior supimos que la federación contrató y pagó, a través de una empresa pantalla, a unos detectives privados para que siguieran a David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y rival declarado del ínclito. Antes, que montó un cambalache económico con Gerard Piqué, futbolista en activo del Fútbol Club Barcelona y propietario del Andorra, cuya liga depende completamente de la RFEF, para llevarse a Arabia Saudí la Supercopa de España y de paso para que la empresa de su jugador de cámara, el citado capitán azulgrana, gane 24 millones por los seis años de contrato firmados con Riad.
Y hay más. Por ejemplo, que con dinero de la federación se pagó un viaje de placer a Nueva York para él y su compañera sentimental con la excusa de unas reuniones que no tuvieron lugar y unas entrevistas que nunca se llegaron a celebrar. Que cuando llegó a su despacho multiplicó su sueldo y lo aderezó con un porcentaje (el 0,15%) de todo el dinero, absolutamente todo, que llegaba a Las Rozas, al margen de las subvenciones oficiales y que ha supuesto que sus ingresos ascendieran en 2021 a 634.518,11€, cuatro veces más de lo que percibía su antecesor; o que, por ejemplo, de los 23 millones de euros que ingresó la Federación por alcanzar las semifinales de la última Eurocopa de 2020, 34.000 euros fueran directamente al bolsillo de Rubiales. A esto hay que sumar los 250.000 euros que percibe anualmente como vicepresidente de UEFA. Y todo por el fútbol español.
Esta retahíla interminable de comportamientos de, como poco, dudosa ética nos lleva a preguntarnos qué están haciendo las autoridades deportivas españolas. Qué va a hacer el Gobierno ahora que se ha enterado de que ha sido grabado y amenazado por un dirigente que continuamente se ha vanagloriado de su cercanía con el PSOE -su padre fue alcalde socialista de Motril (Granada)-, que siempre se ha querido presentar como un “obrero del fútbol” y que cuando llegó al cargo dijo aquello de que iban a ser “líderes en transparencia”.
Fue Miguel Iceta, actual ministro de Cultura y Deportes, quien empezó a sospechar que de obrero no tenía nada y de transparente, mucho menos; especialmente cuando se enteró de que Rubiales se había comprado un ático de casi 2.000.000 de euros en la calle Ferraz de Madrid, casi enfrente de la sede central del PSOE. Desde entonces monitoriza todo lo que sucede en Las Rozas pero sigue sin haber una respuesta contundente por parte de su Ministerio o del conjunto del Gobierno.
No sabemos qué habrá pensado este miércoles Pedro Sánchez cuando haya escuchado o leído la transcripción de la conversación telefónica que mantuvieron el 30 de junio de 2020 su buena amiga y biógrafa Irene Lozano, entonces presidenta del Consejo Superior de Deportes y secretaria de Estado para el Deporte, y el presidente Rubiales. Fue, según cuenta El Confidencial, minutos después de que el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) echara abajo, por cinco votos contra dos, la convocatoria de elecciones en la RFEF en la que pretendía ser reelegido. Esta conversación forma parte del amplio archivo sonoro que entre 2018 y nuestros días ha venido guardando el presidente de la Federación.
"Está claro que aquí, o das miedo o das asco... Lo de hoy es un antes y un después. Y UEFA y FIFA no se van a quedar quietas… Creo que todos los del TAD están vendidos, para mí no hay otra explicación… Y que este país es un puto desastre es la segunda explicación… Pero va a haber consecuencias, desgraciadamente… Se han acabado los buenos actos, Irene…". Luis Rubiales en su máximo esplendor.
Siempre a caballo entre dar miedo y dar asco se desenvuelve este personaje que corre detrás de un balón porque cree que la pelota es suya. Un personaje que había pedido a un juzgado de Pozuelo de Alarcón (Madrid) que embargase todas las grabaciones que dejan al descubierto su inquietante forma de actuar y también que prohibiera publicar nuevas revelaciones sobre él y la Federación que preside.
Un personaje que ha recibido un bofetón jurídico de cuidado por parte del citado juzgado al rechazar íntegramente su petición, defender las informaciones de El Confidencial y tachar de pura especulación las fabulaciones de la RFEF que hablaban de un hipotético ataque de Pegasus contra su presidente. Para la juez, las informaciones reveladas por el citado medio "apuntan a hechos de dudosa legalidad".
Un personaje, en definitiva, que ha hecho y sigue haciendo de la amenaza, de la prepotencia, del macarrismo, del bullying, del machismo inveterado y del uso de las malas artes en beneficio propio, y para vergüenza del fútbol español, un credo que guía y guiará su existencia hasta que alguien diga basta ya.