Las mascarillas de Isabel Díaz Ayuso

Las mascarillas de Isabel Díaz Ayuso

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Isabel Díaz Ayuso acabó con Pablo Casado pero va a tener más dificultades para hacer lo propio con su hermano Tomás. Cada día que pasa crece el fantasma de las mascarillas y del trato de favor recibido por Priviet Sportive SL, la empresa de ropa de moda que apadrinó el ojito derecho de la presidenta madrileña, mientras se desvanece el fantasma del presunto espionaje contra ella. Es más, ya nadie parece creer que realmente alguien de la antigua dirección del Partido Popular encargara a Mortadelo y Filemón tal investigación, como se vendió y no pocos compraron, y sin embargo no paran de salir a la luz nuevas y concluyentes sospechas sobre las mascarillas que adquirió la Comunidad de Madrid, presidida por la hermana del beneficiario de la operación.

Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, ha demostrado en esta maniobra, de acoso y protección al mismo tiempo, manejarse como un auténtico maestro de ajedrez, disciplina que ignoro si practica. También ser un perfecto trilero, habilidad esta que sí sabemos que maneja con notable pericia. En cualquier caso, ha sabido defender a su reina, por un lado, y ha dirigido la mirada de los imbéciles hacia el cubilete equivocado. Un trabajo inmaculado, artesanal incluso, en la utilización de lo que en el ámbito periodístico denominamos voladuras controladas: el arte de conseguir distraer al personal con una pequeña hoguera para que no se desvíe la atención hacia el incendio incontrolado. Es decir: Mortadelo y Filemón para tapar los 283.000 euros que se llevó el hermano de la presidenta de la empresa que obtuvo el contrato de la Comunidad de Madrid.

Nada que objetar al profesor Higgins en su labor de salvamento de la señorita Doolittle. Pero lo preocupante para los inquilinos de la Puerta del Sol es que esto no es My Fair Lady y que la sospecha de trato de favor al hermano de la presidenta no para de crecer. Este pasado miércoles el diario El País publicaba la oferta presentada por Priviet Sportive S.L. el 28 de marzo de 2020 para la adquisición de 250.000 mascarillas. Tres párrafos y poco más de 50 palabras antes de llegar a la forma de pago y a los datos de facturación para un contrato de 1.5 millones de euros.

Nada sobre la empresa, nada sobre su historia ni sobre su experiencia en la materia. La oferta, que parece fabricada a toda prisa, iba sin firma y no consta en la misma la persona a la que iba destinada ni tan siquiera el departamento de la Comunidad de Madrid a la que fue enviada. El encargado de gestionar estas propuestas de compras era Manuel de la Puente y su mano derecha, Teresa Requejo. De la Puente es un viejo conocido de Tomás, incluso habían hecho negocios juntos, y Requejo, una excomercial de la empresa de la familia Díaz Ayuso. Lo cierto es que en 2020, cuando llegó la pandemia, Tomás ya no se dedicaba a los productos sanitarios. Linkedin contaba entonces que en esa época era director de Artesolar, una fábrica de lámparas LED en Seseña (Toledo).

El 1 de abril, apenas tres días después de que llegara la oferta, De la Puente da el visto bueno a la propuesta y ese mismo día la viceconsejera de Sanidad, Ana Dávila, firma y santifica la aceptación de la misma. Todo a dedo, aunque legal. Pero lo cierto es que la gran coartada de la emergencia sanitaria provocada por la Covid-19 no va a poder ocultar el cúmulo de casualidades, el aroma de la operación, los evidentes lazos, la interconexión entre algunos de los protagonistas directos de la adjudicación, el bodrio de la apresurada oferta que parece hecha con una imprentilla de andar por casa, la rápida resolución de la Consejería...

Ahora, casi dos años después de todo aquello, el PP de Pablo Casado ha saltado por los aires. Isabel Díaz Ayuso ha ganado.  El espionaje de Mortadelo y Filemon y las inmensas ganas de desprenderse del todavía presidente del Partido Popular, víctima todo hay que decirlo de su propia torpeza y de su falta de liderazgo, se han acabado imponiendo a los 283.000 euros que se embolsó en plena pandemia Tomás Díaz Ayuso gracias a un contrato con la Comunidad de Madrid.

Después llegaron los habituales pucheros de la presidenta -que ha declarado que se enteró en septiembre pasado de la participación de su hermano del alma en la operación de las mascarillas de abril de 2020-, las invocaciones al honor de los Prizzi, las medias verdades repetidas una y otra vez, las mentiras en la Asamblea, las manipulaciones, las presiones… Juegos de distracción, la hoguerilla del señor Higgins para tapar el verdadero fuego generado por el hermano de la señorita Doolittle.

Aunque la Fiscalía Anticorrupción archive el caso, que parece lo más probable, las mascarillas ya no van a desaparecer de la biografía de la presidenta porque ya no van a ser las de Tomás sino las de Isabel Díaz Ayuso. Y el problema de la presidenta, llegado el caso, ya no será entonces Pablo Casado, que finiquitado está, sino su propio hermano.