Chuzos de punta

Casado rechaza dimitir ante la ofensiva de Feijóo y Ayuso

casadoCasado rechaza dimitir al frente del PP ante la ofensiva de Feijóo y Ayuso

El Partido Popular parece empeñado en encontrar la nuca del Partido Popular. Ni los socialistas fueron capaces, tras los atentados del 11-M, de convocar más odio y animadversión frente a las puertas de Génova 13 contra el Gobierno de José María Aznar del que este pasado domingo se pudo apreciar contra Pablo Casado y la dirección nacional de los conservadores. Lo tragicómico del caso, o quizá no tanto vista la marcha de los acontecimientos y la historia cainita de los populares de Madrid, es que esta vez el fuego era amigo, los asistentes militantes y votantes del PP y la organización había corrido a cargo del entorno de la propia presidenta de la comunidad madrileña. La espontaneidad de los manifestantes que pasaban por ahí camino del vermú dominguero, y que nos recordaba a los escraches que organizaba antaño Pablo Iglesias, se pudo comprobar en la trabajada cartelería, las elegantes pulseras y hasta las mascarillas, ignoramos si eran las mismas que Tomás trajo de China, que con la leyenda ‘Ayuso presidenta’ ponían cerco a la sede de su propio partido, de cuya Junta Directiva Nacional todavía forma parte la presidenta.

El PP no se manifiesta contra el PP”, confesaba en Twitter este domingo el ahora senador popular Rafael Hernando. “Llevo toda la vida en este partido y trabajando en Génova soportando a la izquierda manifestándose contra el PP… Quien crea que con esto gana debe saber que pierde”.

Estamos ante la evidencia de unas comisiones -las que ya se saben y las que no tardarán mucho en saberse- que nunca debieron permitirse y de un espionaje a caballo entre Mortadelo y Filemón y Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio, que tampoco debió ponerse en marcha. Pero estamos también ante dos modelos de partido. El de Casado, que nunca se ha sabido muy bien cual era y que cada día que pasa se va extinguiendo más y más, y el de Díaz Ayuso que dirige su corriente de pensamiento hacia los viejos libros de historia: José María Aznar, Cayetana Álvarez de Toledo o Esperanza Aguirre, entre otros.

Curioso y sorprendente resulta que la expresidenta madrileña pida ahora desaforadamente la dimisión de Pablo Casado cuando en su época en la Puerta del Sol no cesó jamás, ni obligó a dimitir, a ninguno de los miembros de su Gobierno que finalmente acabaron imputados, y encarcelados algunos, cuando las sospechas sobre ellos ya resultaban insoportables: Ignacio González, Francisco Granados -también fue secretario general del PP de Madrid con ella de presidenta-, Alberto López Viejo, Manuel Lamela o Juan José Güemes, por citar sólo algunos ejemplos. Es evidente que la vigilancia que debería haber ejercido sobre su Gobierno dejó mucho que desear, lo que no le impide ahora a la exlideresa opinar como si nada de aquello formara parte de la hemeroteca, maldita hemeroteca, y sus dos vicepresidentes jamás hubieran entrado en prisión. Además, otro matiz que no es baladí: Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y Ángel Carromero, tres de los protagonistas de esta comedia bufa, nacieron políticamente al amparo de Esperanza Aguirre.

Este lunes, Alberto Núñez Feijóo -que finalmente parece decidido a viajar a la capital, por aclamación claro está, después de que Ayuso le haya dicho que ella no juega- ha verbalizado lo que todo el mundo sabía, que hay que tomar decisiones urgentes, “que no serán fáciles”, ante el “colapso” que está sufriendo el partido. Un Casado cada vez más débil y cada vez más dentro que fuera parece fiarlo todo, al menos por ahora, a que la Justicia haga el trabajo que no ha sido capaz de hacer él, y actúe contra la presidenta madrileña, mientras que Ayuso se está poniendo en manos de los militantes del PP, ahí están sus encuestas, para que su huida hacia adelante, su mejor cuanto peor, acabe siendo imparable. Resulta desalentador constatar la aceptación que la ciudadanía hace de conductas corruptas o indefendibles desde el punto de vista ético siempre que estas prácticas las hagan los suyos.

Lo sucedido hasta el momento en este Partido Popular que se está evaporando cada minuto que pasa no se soluciona ya ni con la dimisión de Pablo Casado, ni con la expulsión del partido de la presidenta madrileña, ni tan siquiera con dejar las cosas como estaban antes de la explosión. Ha pasado y no hay marcha atrás. Antes o después habrá víctimas directas y colaterales y el partido que fue dejará de serlo. La suma de la ineptitud y falta de iniciativa política de Casado y la ambición desmedida y el fervor familiar de Díaz Ayuso han precipitado al estercolero, a velocidad de vértigo, el futuro inmediato de las siglas que afirman defender. Y quizá ese congreso extraordinario que ya muchos reclaman sea la única solución porque no parece que con los chuzos de punta que están cayendo, y seguirán cayendo, sobre Génova 13 sea posible esperar al programado cónclave de julio si no se quiere acabar en el grupo mixto tras las próximas generales.

El resultado es que el primer partido de la oposición se diluye como un azucarillo en aguardiente, Santiago Abascal se frota las manos y Pedro Sánchez ya está pensando que contra la extrema derecha, contra los herederos de Franco como les gusta decir a los socialistas, se vive infinitamente mejor.