Tiempo llevamos diciendo que no debemos descartar por parte de Sánchez un adelanto de las elecciones generales para la primavera de 2023. Bien en el mes de abril, como ya lo hizo Sánchez en 2019 para impulsar al PSOE en los comicios municipales y autonómicos de finales de mayo. O bien uniendo las elecciones generales con locales y regionales a finales de mayo con un discurso nacional que eclipse el debate autonómico y municipal.
Desde luego y a pesar de los muchos pesares que embargan al Gobierno, las encuestas llamadas independientes anuncian la caída constante del PP tras su brillante despegue inicial en el estreno del ‘efecto Feijóo’. Pero en este momento los últimos sondeos anuncian un empate entre PSOE y PP con tendencia de mejora de Sánchez y desinfle paulatino de Feijóo.
Al PSOE también le puede beneficiar la crisis de Cs -donde Arrimadas y Bal se están tirando de los pelos, disputándose el posible y único escaño que podrían lograr-, porque los pocos votos que les queda pueden ser más bien progresistas dado que los del centro derecha ya se fueron al PP.
Y también le puede beneficiar al PSOE la crisis interna de UP si se rompe en dos candidaturas lideradas por Irene Montero y Yolanda Díaz, dejando al PSOE de Pedro Sánchez como el voto útil de la izquierda para frenar al PP y Vox. Aunque la ruptura de la izquierda radical, podría mermar los escaños de este sector y dificultar luego la formación de otro gobierno de coalición.
Puede que una buena prueba sobre las verdaderas intenciones electorales de Sánchez nos la ofrezca pronto el próximo barómetro del CIS de Tezanos que dará al PSOE, como siempre, en cabeza, pero puede que esta vez con moderación. Porque a Moncloa no lo conviene dar pistas sobre cuál será la decisión última de Sánchez sobre su calendario electoral, lo que en principio no revelará hasta los primeros días de marzo.
Y entonces Sánchez decidirá a la vista de cómo vayan las encuestas y los indicadores de la economía en el empleo, inflación, crecimiento, déficit y deuda. Y vez que hayamos pasado la amenaza, ahora en ciernes, de un invierno frío y duro y con algunos posibles problemas de aprovisionamiento energético como los que, por ejemplo, se anuncian en Francia.
El presidente Sánchez no tiene prisas por revelar cuál es su intención y su calendario electoral y puede que disimule dejando su gobierno actual de coalición más o menos como está. Salvo que UP decida romper el pacto de Gobierno a finales de enero, convencidos del adelanto electoral en abril -tal y como lo está pregonando Pablo Iglesias por ahí, ayer mismo en la SER- y con la intención de UP de adelantarse al proyecto de Yolanda Díaz y de su plataforma Sumar.
Hay que esperar pero en ningún momento conviene perder de vista todo lo que afecta al calendario electoral. Sánchez es experto en la materia y solo él tiene la llave y abrirá las urnas en 2023 cuando más le convenga como es lógico y natural.