Se veía venir: el sectarismo antitaurino de las izquierdas que componen nuestro gobierno de coalición ha sufrido un nuevo varapalo en los Tribunales de Justicia, esta vez nada menos que en el Tribunal Supremo, a cuenta del llamado “Bono Cultural Joven” que el Consejo de ministros aprobó para dotar de 400 euros a los jóvenes que cumplieran 18 años durante 2022, periodo en el cual se lo podían gastar en las opciones de su elección (200 para actividades en vivo, 100 para productos físicos y otros 100 para el gasto on line o digital, decía el texto), salvo las especificadas en el Art. 8.2, una de las cuales afectaba directamente a la Tauromaquia. “Para toros, no”, debió decir alguna de las “bellarras” o “garzones” que se sientan en derredor de una mesa de dimensiones kilométricas, como la de Putin, solo que, ésta, atestada de gente. Y, naturalmente, Sánchez, asintió, encantado.
Ahora, bien, la Fundación Toro de Lidia (FTL), por cuenta de su asesoría jurídica, se puso de inmediato manos a la obra y ha logrado que el TS enmiende a los legisladores, obligándoles a que eliminen la palabra “tauromaquia” en su capítulo de exenciones, en base a que la accesibilidad a dicho Bono “puede considerarse cualificada, en tanto se dirige a una nueva generación, o sea, mira al futuro representado por los jóvenes, perspectiva que es fundamental cuando de la conservación y promoción del patrimonio cultural se trata”.
Insisto en que el ninguneo taurino era tan obvio que el dictamen y correctivo del Supremo al Gobierno de la nación no podía ser otro. Baste recordar lo que recogía el BOE-A-2013, que promulga la Ley 18/2013 de 12 de noviembre (¡qué cansino resulta recordarlo!) cuyo Preámbulo, especifica: “La Tauromaquia forma parte del patrimonio histórico y cultural común de todos los españoles… como manifestación artística desvinculada de ideologías en la que se resaltan valores profundamente humanos, como la inteligencia, el valor, la estética, la solidaridad o el raciocinio como forma de control de la fuerza bruta”
Subrayo lo de su desvinculación de ideologías porque considero que la promulgación del Bono de marras lleva implícito un inequívoco tufo electoral. El cumplimiento de los 18 años posibilita el acceso a las urnas de los españoles, y va para un año que la campaña para las próximas elecciones Municipales y Autonómicas del 28 de mayo se ha acelerado desde el gobierno y los partidos que gobiernan a toda máquina en las redes sociales (su actividad en Twitter es brutal) y los jóvenes de España que hayan cumplido esa edad tienen un Bono de 400 pavos para ir gastando en sus preferencias, a fondo perdido. A algo y a alguien habrá que agradecérselo.
Esta maniobra política contra los toros a cuenta de un Bono, me recuerda la primera medida de urgencia que tomó el Excelentísimo Alcalde de Valladolid, el socialista Oscar Puente, cuando ganó por primera vez, y “por los pelos”, la alcaldía: eliminar la pequeña subvención municipal a la corrida tradicional de San Pedro Regalado, patrono de la ciudad, y desposeer a la ciudad del “título” Ciudad Taurina, otorgado de forma honorífica y simbólica a Valladolid por el Consistorio anterior, en base a su evidente tradición de “correr y lidiar toros” a lo largo de varios siglos, perfectamente documentada por datos históricos, además del cierre fulminante el Museo Taurino. No quiero perder tiempo y espacio en las “razones” que expuso el flamante regidor para justificar su primera y urgente “alcaldada”, porque son de vergüenza ajena. En su descargo, si es que puede haber descargo alguno, diré que se debió verse acuciado por las minorías de izquierda radical que le sostenían –“tente mientras cobro”, que dice el refrán castellano— en el sillón.
El cambio de mentalidad y de forma de obrar del Partido Socialista con la tauromaquia en España no deja de sorprenderme. Los recientes ejemplos de tentativas “prohibicionistas”, a todas luces ilegales, en Cataluña, Baleares, Valencia, Gijón y alguna comunidad autónoma más que se me escapa, todas ellas revocadas por los Tribunales Superiores de Justicia correspondientes, tras recursos presentados por la FTL, así lo atestiguan.
Tengo grandes amigos militantes del PSOE, gente magnífica, que gustan de ir más o menos --o nada-- a los toros, pero no radicalizan sus posturas. Algunos ministros de anteriores gobiernos de izquierdas se manifestaron abiertamente taurinos. José Luis Corcuera se implicó en la redacción de la Ley Taurina de principios de los 90, Alfonso Guerra, cuando “vicepresidía” el gobierno, pidió un avión gubernamental para ir a Sevilla, a ver los toros, Enrique Mújica sacaba tiempo para asistir a las corridas, y me hizo el honor de presentar mi libro “Los toros contados con sencillez”, Rubalcaba recabó para el Ministerio de Cultura a la Tauromaquia... y muchos más que tuvieron altas responsabilidades de gobierno apoyaron con mayor o menor celo a una actividad declarada institucionalmente Patrimonio Cultural de nuestro país, en un ejemplo de respeto y de cumplimiento de lo legislado.
Ahora, con la cosa de una subvención gratuita para jóvenes, la Justicia le ha propinado un mazazo a este gobierno, de los de no te menees, ordenando la inclusión de la tauromaquia para disfrutar del Bono Cultural Joven y emplear sus cuartos para ir a los toros. Para toros, también, ha ordenado el Supremo. A envainársela, tocan.
No les quepa duda de que esta resolución habrá sido celebrada por un gran número de gentes alineadas con partidos de izquierdas. Ahora se me viene a la memoria un socialista que proclama con orgullo su inveterada afición a la fiesta de los toros; un “taurino” de larga trayectoria en diferentes esferas de la alta política. Se llama José y se apellida Bono, Qué casualidad.