Con más de un millón de infectados, la cifra mas alta en Europa y una proyección real en 2020 de 65.000 fallecidos, con una deuda pública de 1,298 billones de euros, el 110,7% del PIB, con una pandemia descontrolada como reconoce el ministro de Sanidad y con una crisis institucional en la que se pone en cuestión la Jefatura del Estado y la subsistencia del propio Estado y el sistema constitucional por los independentistas… en Alemania hace tiempo que se habría formalizado una gran coalición.
El debate de la moción de censura presentada por Vox ha certificado la ruptura, el divorcio no amistoso entre PP y Vox. La intervención de Casado, la mas brillante que ha hecho en sede parlamentaria, ha reordenado las posiciones relativas de los partidos situados en el centro derecha.
Frente a la trampa que la izquierda había preparado en forma de manifiesto democrático – menuda broma ver a Bildu y ERC firmando certificados de democracia- la posición del PP, reafirmando su identidad liberal conservadora, europea y atlantista- ha desactivado el aquelarre que preparaban la factoría Moncloa y Pablo Iglesias para quemar en la misma hoguera a Vox y a Pablo Casado. Ha recuperado el discurso político de la UCD y del PP renovado por Aznar que le llevó a La Moncloa.
España es evidente que está fraccionada entre los ciudadanos que viven en la incertidumbre y ya están en paro y los que viven en la incertidumbre y temen que en los próximos meses la situación los lleve al paro o al cierre de su empresa. Y están reclamando medidas, certezas y altura política a los gobiernos ya que la solución mágica de la vacuna/vacunas no está en un horizonte próximo.
Nuestro sistema territorial que atribuye la competencia en sanidad a las CCAA ha demostrado su fragilidad, tanto normativamente como en la coordinación de la gestión ante una pandemia. Con un ministerio de Sanidad en la cúpula de la estructura administrativa que no estaba preparado ni dotado para una crisis de este calado -no tenía ni secretaria de Estado que ha sido recuperada el 5 de agosto de 2020- la descoordinación, improvisación y las rectificaciones han sido la constante mientras el virus covid19 campaba por España sin control.
Mientras el espectáculo de la política cursaba con los siguientes síntomas. En una primera fase Pedro Sánchez pensaba que salíamos de esta situación en poco tiempo y se dedicó a los reclamos publicitarios -salimos mas fuertes, hemos ganado al virus- y el país entró a partir del mes de julio en modo descontrol, con La Moncloa de vacaciones y las Comunidades cada una a lo suyo improvisando recetas.
Así llegamos a la segunda fase en septiembre y al conflicto Comunidad de Madrid-Sánchez, segunda fase, que es el cúmulo de los despropósitos y que tiene su detonante en la operación orquestada que se titula moción de censura a Ayuso. La perplejidad de los gobiernos de los países europeos debió ser mayúscula contemplando la desautorización judicial y el estado de alarma subsiguiente para cerrar-castigar a Madrid.
Todo ello traslada una imagen de que España no es confiable, lo que repercute directamente en la credibilidad ante la UE, las democracias occidentales y los inversores internacionales.
Entramos en una tercera fase, tras la moción de censura fallida que debe ser el punto de inflexión para llegar a un acuerdo 2020 -2022 de recuperación del país. Los servicios de estudio están aventurando que la recuperación de PIB y de empleo no será efectiva hasta 2023.
Para ello es necesario que Sánchez cambie su discurso y sustituya a sus socios preferentes y disolventes por el primer partido de la oposición que es el PP, como se hace en las democracias avanzadas en situaciones de emergencia.
Si Casado ha ejecutado el divorcio de VOX, también Sánchez debe bajarse del caballo y ofrecer un acuerdo leal de estabilidad y de recuperación social y económica de España al Partido Popular.
Medidas sanitarias, de protección social y de inversión y fortalecimiento de nuestra económica que es la única manera de crear empleo. Respeto institucional al modelo constitucional empezando por el jefe del Estado que ejerce la institución que representa en toda España, incluida Cataluña. Renovación de los órganos constitucionales y por tanto del Consejo General del Poder Judicial, con votación en Congreso y Senado a la lista de los vocales propuestos por los jueces y magistrados, siendo elegidos los 12 que obtenga la mayoría de tres quintos, lo que permite mantener el sistema previsto en la Constitución y separar la propuesta presentada por los jueces del acuerdo parlamentario de designación. Y concertación de la posición de España en las cumbres de la UE con dialogo y comunicación leal, fluida y transparente a fin de obtener las ayudas y la cooperación de las instituciones europeas.
La política no es un escenario inmóvil. Y menos debe serlo en una situación como la que estamos viviendo que ha llevado a los ciudadanos a la incertidumbre, el temor y la desesperanza.