No soy católico. No soy ateo. No soy judío. No soy musulmán. Mi religión, aquello en lo que creo es la Constitución de…
El jefe de prensa Stephen (Ray Gosling) del gobernador Morris (George Cloony) probaba el sistema de sonido en el escenario al que subiría el gobernador en las elecciones primarias de los demócratas en el estado de Ohio.
Así comienza el filme Los idus de marzo un brillante relato puesto en escena de la política que describe con crudeza las relaciones entre candidatos del mismo partido y entre sus equipos de confianza.
Solo es necesario seguir la misma secuencia de la frase y decir: No soy independentista. No soy centralista. No soy nacionalista. No soy antieuropeo. Mi convicción, aquello en lo que creo es la Constitución de España.
¿Sería imaginable que reconociendo que los tiempos actuales nos traen grandes incertidumbres, Sánchez y Núñez Feijoo comparecieran juntos ante los medios y así lo expresaran?
A continuación, dirían: creemos que, si el pueblo español habló en 1978, ahora hay suficientes razones para que hable nuevamente en unas nuevas elecciones generales.
Lo que se decida en estas elecciones nos compromete como lideres de los dos partidos políticos que creen que la Constitución de 1978 es el marco político y jurídico de convivencia que comparte la gran mayoría de los españoles.
Cada partido tiene su programa político que legítima y democráticamente lo aplicará si obtiene la mayoría o defenderá si los ciudadanos deciden que esté en la oposición. Pero en todo caso, cualquiera que sea el resultado electoral, no nos apartaremos de la soberanía nacional, del estado de derecho democrático y social, de la ley, de la seguridad jurídica y del respeto a los poderes del Estado. Fin de la escena.
La diferencia entre lo que es posible y lo que es probable está definida por la RAE. Posible es lo que puede ser o suceder. Probable es lo verosímil o que se funda en razón prudente.
Lo cierto ese que los ciudadanos estamos asombrados y perplejos del casting al que se auto somete Pedro Sánchez ante partidos como Esquerra, Junts y Bildu que no solo no representan los principios fundacionales de la actual social democracia, internacionalismo, atlantismo, solidaridad y corresponsabilidad europeísta, sino que niegan las instituciones y poderes constitucionales de España como la Jefatura del Estado y el Poder judicial.
El pronóstico que hice que el proceso de la segunda investidura sería largo, muy largo, frente a quienes, como la factoría Moncloa y sucursales presentaban la investidura de Sánchez como un objetivo ganado, frente a lo que se calificaba de pérdida de tiempo de Alberto Núñez Feijoo, se está cumpliendo. Y cada día se complica mas.
El atentando terrorista en Israel ha generado un grado de inestabilidad internacional cuyos efectos no son hoy predecibles y, por tanto, no hay de momento una estrategia preventiva de contención de los efectos del ataque y de la respuesta de su ejercito.
El modelo de normalización y reconocimiento de Israel por Arabía Saudita y Egipto suponía un éxito para la administración norteamericana de Biden que ahora tiene que desplegar una diplomacia específica para controlar los riesgos que todo conflicto en la región genera al desestabilizar un equilibrio muy vulnerable.
Un equilibrio roto en Europa con la invasión de Ucrania y que se vuelve a quebrar en Oriente próximo. Un frente que afecta al Mediterráneo y al Indico, rutas marítimas de transporte del petróleo, que intensifica la inestabilidad turca y moviliza el radicalismo islamista en Europa.
Todo sumado es demasiado para un Gobierno que debe constituirse con fortaleza en un tablero mundial y ser ajeno a las extravagantes contradicciones que le presentan sus futuros socios.
En la memoria de Save the Children del año 2022 que recibo, recuerda que su fundador Eglantyne Jebb en 1919 quiso dar una respuesta a la enorme crisis comunitaria que causó la Primera Guerra Mundial, cuando dijo que “Todas las guerras se declaran contra la infancia”.