Ha sorprendido que un destacado responsable de El Pentágono (ministerio de Defensa de los Estados Unidos), Sean Kirkpatrick, y que un prestigioso investigador de la Universidad de Harvard, Abi Loeb, hayan coincidido al afirmar que en el espacio exterior del planeta Tierra pueden pueden existir ‘naves nodrizas’ de otros planetas y civilizaciones que, sin darse a conocer, están estudiando nuestro planeta.
Lo que, según estos altos expertos del campo espacial, se haría con el envío de pequeñas e indetectables ‘sondas’ desde sus ‘naves nodrizas’ a la Tierra para conocer el sistema de vida nuestro Planeta el que, a decir de ambos expertos terrícolas espaciales, sería tecnológica y científicamente inferior al de los habitantes de dichas civilizaciones de otros planetas y galaxias.
Los que, por lo que se presiente, no querrán darse a conocer ni tampoco desembarcar en la Tierra y puede que -si seguimos el hilo conductor de los citados expertos- como consecuencia del asombro y la decepción que les producen los primeros gobernantes de nuestro Planeta.
Máxime si es estos extraterrestres han conocido algunos personajes como Donald Trump o Vladimir Putin. El americano Trump, que teme ser detenido y llevado a juicio por su relación económicamente fraudulenta con una actriz porno. Y el ruso Putin al que la Corte Penal Internacional ha puesto bajo la orden de caza y captura por los crímenes de guerra que Rusia ha cometido en Ucrania.
Y solo citamos dos casos a los que se podrían añadir los gobernantes, no menos peligrosos y pintorescos, como el venezolano Nicolás Maduro o el líder de Corea del Norte Kim Jon-Un, y otros muchos más. Los que en otros planetas de diferentes galaxias no pasarían de ser modestos actores de un espectáculo circense en lugar de gobernantes y líderes internacionales.
Y si todo esto les causa asombro y estupor a los extraterrestres que ahora nos observan imagínense el temor que les causará la idea de que en nuestro Planeta los primeros gobernantes de Rusia y Estados Unidos estén ahora amenazándose , con una guerra nuclear de destrucción masiva.
Un riesgo y una posibilidad más que suficiente para que los almirantes de esas misteriosas ‘naves nodriza’ se nieguen a darse a conocer y a aterrizar.