En el mundo global e intercomunicado que habitamos todo está relacionado y viaja a la velocidad del rayo. Pues bien, el efecto mariposa o dominó tiene especial repercusión en el más que delicado mundo financiero y de los mercados bursátiles donde provoca, como se vio en el estallido de la reciente crisis de Wall Street, terremotos de gran intensidad y raudas fugas de capitales hacia unos destinos más seguros, como se dice que ya está ocurriendo en Grecia (y puede que de España), dejando a las entidades financieras y a muchas empresas tiritando en sus fondos de liquidez.
Y un poco de todo esto es lo que está pasando en España donde el gobierno se niega a reconocer la imparable influencia de la crisis griega en el caso español y, lejos de tomar medidas urgentes que ofrezcan credibilidad, está sólo dedicado a una pésima y voluntarista propaganda que nadie cree y que no hace otra cosa que alentar las sospechas sobre la debilidad hispana. A la que los especuladores internacionales esperan hincar el diente jugando a la baja a la primera oportunidad, si es que no han empezado ya con semejante operación a la vista de lo ocurrido ayer en la Bolsa de Madrid.
El hecho de que el gobierno de Zapatero, a pesar de las dificultades por las que atraviesa España, se postule como el primer gobierno de la UE ya listo para ofrecer ayudas a Grecia –por valor de 3.600 millones de euros- cuando los gobiernos de Berlín y París aumentan sus reticencias y exigen a Atenas más garantías, ha constituido un episodio grotesco que aumentó la sospecha sobre la debilidad española.
Más bien al contrario Zapatero y su gobierno lo que tenían que hacer es: presentar un plan verdaderamente creíble por su austeridad y decisión, para un recorte drástico del déficit público –que en el primer trimestre de este año ya ronda los 9.000 millones de euros-; anunciar una verdadera reforma laboral y el recorte de gastos sociales de las empresas; dar toda clase de facilidades a bancos y cajas de ahorro para que agilicen y hagan fluir el crédito; y ofrecer la imagen de un gobierno fuerte y estable con seguridad jurídica, la que hoy está en cuarentena visto lo que está ocurriendo en los más altos tribunales del Estado.
Decía la vicepresidenta Salgado, para diferenciar a Grecia de España, que los españoles no han mentido a propósito de sus cuentas. Eso tampoco es verdad. El propio Zapatero mintió en la cumbre del G-20 de Washington cuando dijo que el sistema financiero español era el mejor del mundo (si es así ¿por qué no ofrece millones de créditos con bajo interés?), o cuando se atrevió a decir que España había superado a Italia y estaba a punto de pasar a Francia en el ranking de países más ricos del mundo.
Los hechos prueban que Zapatero mintió, como lo hizo cuando negó la existencia de la crisis económica a primeros de 2008. Ahí está la cifra del paro camino de los cinco millones y con más de un 20 por 100 de tasa de desempleo, lo que constituye un récord europeo y un dato que los analistas y especuladores tendrán en cuenta. Además de un drama para la vida de las millones de familias españolas afectas por el desempleo. Como es motivo de preocupación la tormenta que se cierne sobre la Bolsa española, donde están los ahorros de otros muchos españoles. Y no digamos si la fuga de capitales o la ausencia de nuevos inversores le dan la espalda no sólo a la deuda estatal, cuyo riesgo sigue subiendo, sino también a grandes empresas y entidades financieras de nuestro país.
Hace ya tiempo que el gobierno viene negando cualquier relación causa-efecto entre la crisis griega y el caso español, ofreciendo escusas y toda clase de explicaciones optimistas que no se ha creído nadie. Y a la vez sin hacer nada definitivo, poniéndose en manos de los sindicatos y de una más que desprestigiada CEOE –por los problemas de su presidente-, y subiendo los gastos públicos y sociales y los impuestos en vez de recortar sin piedad el déficit público. Y lo que es peor, todas estas mentiras y declaraciones de optimismo han echado por tierra la credibilidad de Zapatero y también la del gobierno. Y con ellos, lamentablemente, la de España que ya veremos cómo y cuando sale de esta nueva tormenta que acaba de estallar.