Pedro Sánchez creyó que sus pactos Frankenstein con Iglesias, Otegui, Junqueras, Puigdemont y Ortuzar, con los que llegó al poder en la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018, y con los que superó en 2020 su investidura y, finalmente, los PGE en 2022, le garantizaban el poder, como así fue, y le ayudarían a salvar la legislatura y a ganar las nuevas elecciones generales de este año de 2023.
Pero el enorme precio que ha tenido que pagarles Sánchez a todos ellos, llegando hasta la infamia de la supresión del delito de sedición y la reforma de la malversación para ayudar a Junqueras y Puigdemont, tienen un coste político y electoral muy alto para Sánchez y el PSOE, partido al que Sánchez le ha destrozado su ejemplar trayectoria en la Transición.
Y lo que es peor, las reformas del Código Penal llevadas a cabo son tan chapuceras como la Ley del ‘sí es sí’ de la ministra Montero, la que ya ha beneficiado la situación penal de cerca de 200 delincuentes violadores y agresores sexuales.
Pero lo más grave de todo ello, y a pesar del éxito ‘asalto’ reciente para el pleno control del Tribunal Constitucional, es que en Cataluña empiezan a descubrir que Sánchez se han equivocado con las reformas del Código Penal (de las que Pere Aragonés presume ser coautor) y que, bien lejos de favorecer a Junqueras y Puigdemont les pueden complicar más si cabe sus respectivas situaciones procesales.
No en vano con la ‘lectura’ que ha hecho el juez Llarena de la supresión de la sedición y la reforma de la malversación, Junqueras no quedará libre de las condenas de su inhabilitación y por tanto no podrá presentarse a las elecciones, y Puigdemont podría ser extraditado a España por el delito de malversación y perder la impunidad que busca en el Parlamento de la UE.
Y si a estos ‘favores’ de Sánchez a delincuentes golpistas, violadores y agresores sexuales, se le suma ahora una revisión en cascada -por la reforma de la malversación- de las condenas de delincuentes políticos que fueron condenados por la corrupción la ‘bacanal’ de los delincuentes que adornan el Gobierno de Sánchez tendrá un mayor y duro impacto electoral contra el PSOE.
Y a no perder de vista que el fin de la sedición puede permitir, ahora, a los separatistas catalanes convocar otro referéndum ilegal e incluso hacer una nueva ‘Declaración Unilateral de la Independencia’ (DUI) de Cataluña, sin apoyo legar para impedirlas siempre y cuando no incurran en ‘Desórdenes públicos agravados’, que es como le ha llamado Sánchez a su nuevo delito que sustituye a la sedición.
Y si esto ocurriera en Cataluña el discurso de Sánchez sobre el pretendido final del ‘procés’ se derrumbaría con estruendo. Porque esa nueva DUI es lo que ahora le exige Puigdemont hacer a Junqueras, para relanzar el ‘procés’ aprovechando la indefensión en la que quedó el Estado tras la supresión del delito de sedición.
Con lo que Sánchez habrá hecho, como dice el dicho popular, ‘un pan como unas hostias’ en pleno año electoral.