Muy mal tienen que ver el presente y futuro de la monarquía española dos notorios colectivos de expolíticos, académicos y catedráticos eméritos, en su mayoría conservadores, para que en los últimos meses hayan aparecido dos llamativas iniciativas en defensa de la monarquía y del Rey Felipe VI.
Como han sido: la creación, desde la dirección del Instituto Elcano (que no está para estas cuestiones), de la ‘Red para el Estudio de las Monarquías Contemporáneas’; y la aparición un ensayo titulado ‘España, la democracia menguante’, donde prestigiosos catedráticos denuncian la marginación del Rey Felipe VI por el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y en el que se habla de una ‘reprochable conducta de deslealtad constitucional’.
Dos iniciativas, sin duda independientes y respetables, que configuran una aparente ‘Corte’ del Rey Felipe VI, no inducida por el Palacio de la Zarzuela pero sí ‘recibidas’ con agrado.
Lo que podría ser considerado por la parte contraria (Gobierno y sus aliados) como un incentivo para relanzar su pretendido y ahora ‘soterrado’ proyecto republicano, para el caso en el que vieran peligrar la presidencia de Sánchez en el curso electoral que se inicia en los comicios del próximo 28 de mayo.
La llamada ‘Red de Estudios Contemporáneos de las Monarquías’ (REMCO) tiene más de entusiasta adhesión al monarca que de aportación ideológica o política, aunque entre ellos figuren notables exministros como Marcelino Oreja, e incluso el expresidente socialista del Senado Juan José Laborda.
Sin embargo el libro de ‘España, democracia menguante’ sí entra en materia política, denuncia el ‘presidencialismo parlamentario’ de Pedro Sánchez y la ausencia de la separación de los poderes del Estado en España. Pero olvida que esta situación es similar a lo ya acontecido en las presidencias pasadas de Felipe González y José María Aznar.
Aunque, en esos años, semejante ‘desviación’, por la práctica política, del marco constitucional de la Monarquía Parlamentaria, se compensaba con la ‘autóritas’ del Rey Juan Carlos I. Mientras que ahora, y a pesar del excelente discurso del Rey Felipe VI durante el golpe catalán de 2017, el presidente Sánchez hace alarde a sus anchas de su régimen presidencial, personal y autocrático de poder.
Un Sánchez que parece dispuesto a defender su poder a cualquier precio, sin descartar un eventual ‘referéndum consultivo’ sobre la monarquía (y ahí incluida la autodeterminación catalana). Máxime si encuentra (su gobierno o sus servicios de información) algunos nuevos datos o hechos como los que condujeron hace dos años a forzar el ‘extrañamiento’ del Rey Juan Carlos I en Abu Dabi, lo que se utilizaría como coartada para forzar y para abrir la vía republicana.
Habrá tiempo de hablar del libro de ‘España, democracia menguante’ (en el que se hacen propuestas tan ingenuas como sustituir el título de Presidente del Gobierno por el de Primer Ministro). Pero lo que nos preocupa ahora es que el fervor monárquico de algunos ‘próceres’ con aires ‘cortesanos’ acabe impulsando lo contrario de lo que pretenden.
No en vano muchas veces se ha dicho que ‘los mayores enemigos de la monarquía siempre fueron los monárquicos’. Además en España lo que ahora está en juego es la Democracia, o mejor dicho la ‘partitocracia’, y sus notables carencias en la separación de los poderes y en la Ley Electoral.
Y además no estamos en los tiempos del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, sino en los de una Sociedad comunicada, tecnológica, joven y muy dinámica a la que no llegan, ni llegarán con facilidad, estos nuevos o viejos ‘cortesanos’.
Los que, bienintencionados y consecuentes con su pasión monárquica, se han podido equivocar al incluir el nombre del Rey Felipe VI en sus iniciativas, aunque conviene subrayar el aspecto de la reforma democrática española que continúa siendo una imperiosa necesidad.
En cuanto a Pedro Sánchez no parece que sea un secreto el que pretenda o sueñe en convertirse en presidente de la III República Española. Quizás esa sea la explicación de por qué Sánchez no intentó formar gobierno con Albert Rivera en abril de 2019 y prefirió la coalición con Pablo Iglesias en diciembre de ese mismo año.
A sabiendas Sánchez, de que alcanzar la meta republicana es imposible por la vía una reforma constitucional (por el bloqueo del PP), por lo que solo le quedaría -como en 1936- el camino de las movilizaciones populares en las que le sería imprescindible la colaboración del bloque Frankenstein.