Por fin un doble acuerdo importante entre el gobierno y el primer partido de la oposición sobre la crisis económica y financiera en la que está inmerso nuestro país. Hoy mismo en el palacio de la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy han acordado la puesta en marcha de una profunda y acelerada reforma de las Cajas de Ahorro españolas, acelerando los procesos de fusión en marcha y reformando la ley de Cajas de Ahorro (LORCA) en favor de un proceso de privatización de una parte o de porcentaje importante –aún no determinado- del capital de las cajas, para abrir su capital a inversores particulares (cotizando en bolsa) a través de las llamadas cuotas participativas que tendrán, como cualquier accionista del resto de los bancos, derechos políticos. Lo que, sumado al acuerdo hallado entre Rajoy y Zapatero sobre la independencia y profesionalidad de los gestores de estas entidades permite anunciar el principio de un proceso de privatización de la Cajas de Ahorro de España, cuyo alcance aún está por determinar.
Naturalmente, estos dos acuerdos para acelerar las fusiones pendientes de cajas en apuros, que según Zapatero afecta a un tercio de las entidades de ahorro, y la reforma de la ley de las cajas, tendrán su lectura política y su impacto en las distintas comunidades autónomas, como lo subrayó Zapatero cuando le dijo a Rajoy que las fusiones pendientes no solo son problema del Gobierno o del Banco de España sino también de los gobernantes autonómicos, en clara alusión a los del Partido Popular. Con todo, falta por ver la cara que ponen los presidentes de las autonomías afectadas, y de manera especial los nacionalistas vascos y catalanes. Sobre todo por el proceso de privatización de las cajas de ahorro que ahora se pondrá en marcha y que tiende a expulsar del poder de estas entidades a partidos políticos, sindicatos y asociaciones variadas, a favor de una mayor profesionalidad y de la creación por fusiones de cajas de mayor tamaño. Como falta por ver cuál será el papel de los bancos, grandes y pequeños, ante este nuevo proceso que se va a escenificar en el borrador de ley de cajas que el Gobierno se ha comprometido a pactar con el PP en el plazo de tres meses, es decir para finales del mes de julio.
Se mantienen, sin embargo discrepancias entre Zapatero y Rajoy sobre el resto de cuestiones que son esenciales para el relanzamiento de la economía española y la recuperación de la confianza general en nuestro país y en los mercados españoles. Rajoy insistió en la necesidad de acelerar el recorte del déficit y del gasto público y en la urgencia de una profunda reforma del mercado laboral, así como del sistema fiscal. Sobre todo esto Zapatero no aportó novedad alguna, se mantiene en sus posiciones iniciales y ayer regresó al campo del optimismo y de los brotes verdes, subrayando las pequeñas mejoras que registran ciertos índices de la economía, como el aumento de la producción industrial, el consumo, los ingresos de la Administración y un leve descenso del paro. Pero, especialmente, en las noticias que Zapatero espera –y que seguramente conoce- sobre un leve despegue del crecimiento en el primer trimestre del año lo que significaría el principio del fin de la recesión, aunque los analistas consideran que España podría recaer en recesión otra vez en el otoño.
En definitiva Rajoy y Zapatero tienen visiones y calendarios diferentes sobre la crisis. Para Rajoy ha llegado el momento de dar un golpe seco a los problemas, mientras que Zapatero insiste en no recortar drásticamente el déficit para mantener el gasto social y para, desde el gobierno, facilitar obra pública y desarrollo industrial a las empresas privadas. Por todo eso el presidente insistió ayer que si España hubiera anunciado un mayor recorte del déficit nuestro país no habría iniciado el leve camino del crecimiento que según Zapatero está a la vista y cada vez más cerca.
En todo caso, ayer hubo un primer gran acuerdo nacional que afecta a gran parte del sistema financiero y ello debe ayudar en la recuperación de la imagen y de los mercados de España. Eso es al menos lo que esperan Zapatero y Rajoy, aunque persisten diferencias importantes en el resto de la política económica y financiera sobre déficit, impuestos y reforma laboral. Lo de ayer fueron dos primeros pasos aunque los ciudadanos y posiblemente los mercados esperan muchos más.