Se han hundido dos bancos en los EE.UU. y las placas tectónicas de ámbito financiero de Europa y USA han vuelto a chocar en los mercados bursátiles aunque, afortunadamente, sin la virulencia ni el estruendo del hundimiento de Lehman Brothers en 2008.
Pero recordando a todo el mundo que las incertidumbres están latentes. Hasta el punto que el presidente americano Joe Biden ha tenido que comparecer para tranquilizar a los ahorradores y los inversores de ambos bancos diciéndoles que están a salvo.
Mientras tanto, la guerra de Ucrania continúa como siguen los problemas energéticos de Occidente, lo que mantiene los índices de crecimiento de la UE para 2023 en cifras de escaso nivel, recordándonos a todos que los riesgos no han desaparecido y continúan.
Sin embargo, en España Gobierno y Oposición, ahora ya en la precampaña electoral, azuzan sus discrepancias y los enfrentamientos sin que exista un puente transversal de unidad nacional para actuar de manera conjunta ante un hipotético nuevo caso de estallido financiero. Como no hubo puente en los dos años de pandemia del covid-19, al inicio de la guerra de Ucrania, ni durante la crisis energética.
En España vivimos cada uno por su lado, ‘al día’ y bajo el lema de ‘Dios proveerá’. Porque aquí nadie se cree el cuento del lobo hasta que un día de estos le vean enseñar las orejas negras a poca distancia de una ciudad.
Por otra parte en la batalla política ahora asistimos al enfrentamiento PSOE-PP sobre escándalos de viejos y nuevos casos de corrupción (del ‘tito Berni’ a la Kitchen). Y a la espera de ver qué ocurre con la posible entrada en prisión de J. A. Griñán, expresidente de la Junta de Andalucía, exministro de Felipe González y expresidente nacional del PSOE.
Y en los extremos de la política nacional ya tenemos fechas (del 21 al 23 de marzo) para la moción de censura de Vox contra el presidente Sánchez y con Tamames de candidato alternativo. Mientras en la extrema izquierda Pablo Iglesias pretende atar corta y ponerle un cascabel a la vicepresidenta Yolanda Díaz a la que apremia para que despeje de una vez por todas sus planes sobre la plataforma Sumar.
Y para que acepte el liderazgo supremo del fundador de Podemos, y les entregue el control de las las listas electorales y el mando de la pretendida nueva coalición electoral de Sumar a Montero y Belarra. En suma para que Díaz se conforme, sin poder alguno bajo la marca Sumar, en el rol de florero y solo como la cabecera del cartel electoral de UP y de sus confluencias.
Es decir, desencuentros entre PSOE y PP por la corrupción y entre Iglesias y Díaz por el control de Sumar. Mientras en La Moncloa intentan apagar los rescoldos de los últimos incendios en el seno del Gobierno de coalición, y en Génova 13 están inquietos y a la espera de los resultados y del impacto de la moción de censura de Vox.
‘En todas partes cuecen habas’ dice un refrán español. Y así parece que ocurre, a izquierdas y a derechas, en el cuarteto de los partidos nacionales. Al menos hasta que lleguen las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, que serán el test decisivo y clarificador del mapa político nacional.