Que el Gobierno coloque al marido de Nadia Calviño en Patrimonio no tiene la menor importancia. Si no la tiene la liquidación del delito de sedición y la reforma de la malversación para que Junqueras sea candidato y Puigdemont regrese a España con mínima condena e indulto -como el ahora esperado de Griñán- garantizado, pues imagínense a quién le puede importunar lo del nepotismo de Calviño.
Ni tampoco parece importarles mucho a los españoles que los violadores y los agresores sexuales salgan de la cárcel y vean rebajadas sus penas de prisión, gracias a la Leí del ‘sí es sí’ de Montero. O que Bildu redacte la Ley de Memoria histórica para emparejar la ETA con los GAL y luego expulsar a la Guardia Civil de tráfico de Navarra.
O que el PSC-PSOE apoye la decisión de la Generalitat de suprimir el que en Cataluña se tenga que ofrecer en los colegios un 25 % de la enseñanza en la lengua castellana del Estado, como empieza a ocurrir en Baleares bajo el mandato socialista de Armengol.
Este breve inventario de las hazañas, que él mismo califica de ¡históricas! de Pedro Sánchez no parece causar no ya indignación sino ni siquiera malestar entre dirigentes (colocados) y buena parte de los votantes progresistas más moderados del PSOE.
A los que les ocultan estos desmanes desde el muro opaco e implacable de los grandes canales nacionales de la televisión, con la excepción de algunos programas (Vicente Valles en A3TV). Y todos al mismo ritmo de ocultación y de manipulación que marca y lidera el buque insignia mediático de Moncloa, el diario El País, a quien nadie se atreve a presentar una alternativa editorial en su espacio del centro izquierda.
Y si Sánchez adelantara las elecciones generales al mes de abril de 2023, como hizo en 2019, es posible que las gane y que forme un nuevo gobierno de coalición del PSOE con la coalición Sumar de Yolanda Díaz desde donde reanimará las ahora débiles expectativas del PSOE de cara a los comicios municipales y autonómicos de finales de mayo.
¿Y la Oposición? Pues está claro que la única alternativa a Sánchez es el PP de Alberto Núñez Feijóo que en la actualidad le lleva a Sánchez una escasa ventaja en las encuestas cuando lo lógico, y a la vista de todo lo que está ocurriendo, sería que la ventaja del PP fuera mucho mayor. Pero el muro o la barrera mediática del ‘sanchismo’ juega un papel fundamental.
Y los medios conservadores o del PP no llegan con influencia y credibilidad al electorado moderado del PSOE. Y puede que, ni siquiera, a los votantes que aún le quedan a Cs a pesar de la reyerta suicida de Bal y Arrimadas a la que no tardará en sumarse Villacís. Y donde, por fin, Feijóo está hablando con firmeza cuando pide a Arrimadas y Bal ‘que se despidan de la política de la forma más digna’, mientras invita a algunos de sus dirigentes a que se integren en el PP.
Feijóo no lo tiene fácil por carencias en su equipo y discurso político pero frente a Sánchez es lo único que hay. Y todavía están a tiempo de reaccionar pero necesitan un nuevo y poderoso impulso sobre el que deben trabajar. Y para ello tienen que encontrar un refuerzo creativo que mejore su estrategia política y de comunicación.
Para lo que previamente se ha de hacer un diagnóstico exhaustivo de la situación en la que se encuentra este país. Y de la estrategia premeditada que utiliza el ‘sanchismo’ para impedir que la realidad llegue al conjunto de los ciudadanos.
A los que de momento lo que más les preocupa es su situación laboral, sanitaria y familiar que en estas Navidades que se acercan se pondrán en una mayor evidencia. Cuestiones todas estas que al PP le deben preocupar actualizando sus pronósticos y propuestas económicas y sociales con una mayor y novedosa intensidad.