Desde que los españoles fueron a las urnas (2019,generales y 2018 municipales) se han sucedido suficiente novedades y convulsiones como para alterar las intenciones de voto de buena parte del electorado. Por ejemplo el despido de tres de los cuatro candidatos principales (Rivera, Iglesias y Casado) que dejan a Pedro Sánchez como resistente.
Lo largo de estos años solo hay un partido abrasado, Ciudadanos que de aspirar a más que bisagra se ha convertido en algo residual abocado a la irrelevancia y desaparición. Los demás partidos han padecido los rigores del tiempo y sus coyunturas pero resisten maltrechos con intención de voto sostenida.
Es evidente el aumento de votantes en favor del Partido Popular que encabeza Feijóo, pero se trata del resultado de la descomposición de Ciudadanos. Apenas suma los votos del partido naranja y aunque del análisis detallado de las encuestas se aprecia que votantes socialistas tibios pueden transitar hacia el PP no se puede concluir que la mejora del PP vaya a ser suficiente para llegar a la Moncloa.
Hay datos para estimar que hubo un “efecto Feijóo” tras el traumático relevo del pasado mes de abril, pero no se ha consolidado ni mejorado después del verano. El veterano político gallego protagoniza un aterrizaje en la política nacional más complicado de lo que sus partidarios imaginaban. Las exigencias madrileñas, la política nacional, impone listones que Feijóo no acaba de superar.
Los nuevos partidos, tanto Vox como el conglomerado de Podemos+PCE+ otros padecen tensiones internas evidentes, excesos verbales y personalismos conflictivos... pero sus bases electorales se mueven poco de manera que son socios necesarios de los partidos centrales que saben que tendrán que gobernar con socios incómodos aunque Feijóo insiste en que aspira a ganar con mayoría suficiente. Algo que Sánchez considera que no tiene a su alcance y por eso trata de apuntalar un nuevo Podemos+otros que le garantice la Moncloa.
Con el nuevo año empieza una carrera electoral que puede ser la más sucia, la más dura y la más incierta. De momento los electores se mueven poco pero cuando llegue el día y la hora de votar caben esperar sorpresas poco previsibles en estos días.