El discurso radical con el que Pedro Sánchez arrancó, ante sus diputados y senadores, la campaña electoral de los comicios del 23-J, citando a una ‘derecha extrema y la extrema derecha’ (hasta en siete ocasiones) y a un PP ‘reaccionario’, prueba el miedo del Presidente a la posibilidad -que anuncian las encuestas- de que, en estas elecciones generales, se repita y se amplíe la victoria del PP en los comicios del 28-M.
Y recuerda la ‘campaña del dóberman’ (de un vídeo con un perro feroz), que utilizó Felipe González en su campaña electoral de 1996. El que no solo no impidió sino que, más bien facilitó, la llegada de José María Aznar al poder, como ahora lo han recordado varios medios de comunicación.
Sin embargo, Pedro Sánchez, que tiene en La Moncloa a su encantadora y perrita ‘de aguas’ llamada Turca, llega tarde y mal, como González en 1966, en su intento de provocar un vuelco de última hora al resultado del 28-M en tan solo 50 días.
Copiando Sánchez el discurso de Podemos -donde se habla de ‘derecha retrógrada’-, lo que desmiente su pretendida posición ‘socialdemócrata’. La que él desfiguró con la presencia de Podemos en el Gobierno y los pactos con Bildu, ERC, JxC y PNV.
Los que están en el origen de su derrota del 28-M y que puso en evidencia Otegui con la inclusión de 44 etarras en las listas de Bildu. Lo que conduce a la síntesis de que Sánchez quiere liderar un ‘PSOE extremo y de la extrema izquierda’.
Y no solo para atacar brutalmente al PP con el ‘espantajo’ de Vox, que ya no impresiona a muchos, sino también para competir con Sumar ante el riesgo de que el partido de Yolanda Díaz entre en el electorado del PSOE, lo que no hay que descartar..
‘La pasión Turca’ de Sánchez no la puede enturbiar el Presidente soltando un dóberman por los jardines románticos de La Moncloa, donde paseaba con el inefable Quim Torra. Entre otras cosas porque pondría en peligro a Turca, como en peligro pone a los votantes del centro izquierda que aún le quedan al PSOE tras el fiasco del 28-M.
José María Aznar tenía en La Moncloa dos perros Cockers muy agresivos, Zico y Gufa, que atacaron a varios de sus visitantes y empleados -a una de ellas le tuvieron que poner la vacuna anti rabia-, y que imitaban el hosco y poco cordial carácter de Aznar.
Al que Felipe González le ‘echó’, en las elecciones de 1996, el dóberman virtual que le había ‘diseñado’ Ciprià Ciscar. Y ahora es Sánchez quien, con su discurso de ‘izquierda extrema y extrema izquierda’ ha sacado a pasear un dóberman electoral. El que pone en peligro la permanencia de Turca en La Moncloa y a un PSOE que se puede desmoronar.