Cualquiera diría, leyendo la prensa española, que los cristianodemócratas han perdido las elecciones en el “Land” de Renania del Norte-Westfalia, pero en rigor, con las cifras en la mano, no ha sido así. La CDU consiguió el 34,6 por ciento de los votos, los socialdemócratas del SPD el 34,5, los liberales del FDP el 6,7, los verdes el 12,1 y La Izquierda (“Linke”) el 5,6. Los porcentajes se corresponden, en un Parlamento de 181 miembros, con 67 escaños para la UCD, otros tantos para el SPD, 13 para los liberales, 23 para los verdes y 11 para La Izquierda.
Otra cosa es la conclusión a la que se llegue comparando estos datos con los de las elecciones de 2005. Los cristianodemócratas han perdido un diez por ciento de votantes mientras que los socialdemócratas repiten sus anteriores resultados, los liberales mejoran un poco los suyos, los verdes duplican el porcentaje anterior y los socialistas radicales entras en una cámara de la que habían estado ausentes. La coalición de cristianodemócratas y liberales -la misma que constituye el Gobierno de la República Federal- ya no es posible, lo que supone un gran cambio en el panorama político de un “Land” con 18 millones de habitantes, el más poblado de Alemania.
El resultado de la convocatoria tenía un especial interés porque a sus efectos en el futuro inmediato de ese “Land” de la Federación se unía su carácter indicativo acerca de lo que podría ocurrir en Berlín, donde los escándalos de los liberales vienen repercutiendo negativamente en el otro partido de la actual coalición. La canciller ha perdido apoyo entre quienes la habían votado como premio a su gestión cuando gobernaba con los socialdemócratas. Crece el número de quienes añoran la gran coalición. Y también se especulaba con lo que electoralmente podría significar la postura de Angela Merkel en un tema tan sensible para los alemanes como su contribución para socorrer a una Grecia endeudada hasta las cejas. Los comentaristas discuten sobre la relación de causa y efecto entre ese apoyo y la respuesta ciudadana en Renania del Norte-Westfalia. Y también sobre las combinaciones para formar su próximo gobierno, lo que no será tarea fácil.
La coalición entre cristianodemócratas y socialdemócratas tropieza, además de con las lógicas discrepancias ideológicas, con enfrentamientos personales. La alternativa sería una coalición rojo-verde-rojo subido, o sea, entre el SPD, los verdes y los socialistas de La Izquierda. Pero también aquí habrá que salvar obstáculos de una y otra clase. La Izquierda es un conglomerado de antiguos comunistas, socialistas radicales y anarquistas de poco fiar. Y su líder, Lafontaine, traicionó en su día al SPD. Son muchos los socialdemócratas que bajo ningún concepto se avendrían a gobernar con los herederos del “socialismo real”, por utilizar la expresión al uso para los viejos países del Este. Ya hubo una experiencia, en Hessen, de triste recuerdo.