El gobierno no ha evitado ni un solo segundo de crítica a los empresarios por su gestión laboral, por unas presentas malas relaciones con sindicatos y trabajadores. Dicen que se nota menos la viga en el propio ojo que la paja en el ajeno. En materia de relaciones laborales el gobierno tiene poco que enseñar, su desempeño es pésimo y las consecuencias para los clientes de los servicios públicos, para los ciudadanos, son onerosas.
La amenaza de huelga de jueces y fiscales es asombrosa; probablemente ilegal ya que son servidores del estado anclados en un poder independiente e intensivo como es el judicial. Su abandono de responsabilidad, que el ministerio del ramo no puede sancionar, me parece flagrante y debe tener algún tipo de respuesta, aunque solo sea no cobrar los haberes correspondientes a los días de abandono.
Que algún millar de jueces y fiscales amenacen con ponerse en huelga es síntoma, no solo del pensamientos muy desordenados de estas personas, sino de que algo funciona mal en el modelo, una señal de agotamiento y descomposición. Y esa sí es una responsabilidad del ejecutivo e incluso del legislativo. Convivir con esa extraña huelga, que altos funcionarios de Justicia negocien con los huelguistas, acredita más desorden y desorientación. Y que todo ello coincida con un presidente del gobierno pavoneándose cada día de “capacidad de gestión” eficaz y ejemplar apunta a males mayores.
A la huelga de jueces y magistrados se une la de otros altos cuerpos del ejecutivo que tienen que ver con los ministerios de Trabajo y Seguridad Social. Ambos titulares, la señora Díaz y el señor Escrivá, son también de los que más lecciones dan a los empresarios sobre gestión. Podían empezar con la propia en sus respectivas casas cuyo desempeño va de mal en peor. Los propios funcionarios protestan y amenazan con huelgas por desatención y mal funcionamiento.
En problema de este gobierno es que se cree su propaganda, sus mentiras; percibe realidades alternativas, lo bien que lo hacen sus ministros frente a unos ciudadanos decepcionados y unos funcionarios cabreados. Les vendría bien un retiro para mirar hacia entro, hacia sus propios ámbitos de responsabilidad, olvidando lo mala que es la oposición y la prensa crítica.
El cabreo de los funcionarios es evidente y tiene mal arreglo en vísperas de unas elecciones (mayo y diciembre) que convierten GANAR en objetivo central, casi único, para los políticos gobernantes. Lo demás no importa, si pierden que se las arragle el que venga y si ganan ya se ocuparán de dar respuesta a los cabreados.