Ancelotti recurrió a sus clásicos y puso en juego a Kroos y Modric, auxiliados por Valverde y Camavinga. En el segundo tiempo los cambió aunque no a los dos de golpe. Simeone tampoco se apartó de sus sistemas y en cuanto los suyos marcaron gol echó al equipo atrás. Afortunadamente para él de la misma manera que llegó el primer gol, arribó el segundo. Por la izquierda centró Lino y remató de cabeza Morata. Saúl también desde ese lado mandó el balón al área y Griezman, igualmente de cabe, hizo el segundo para los suyos. Fue sorprendente que el Madrid se viera burlado por la bandas con Lino, Molina y Llorente pero quizá fue más incomprensible que con defensas como Rudiger y Alaba, Kepa recibiera dos remates de gol y ambos con la testa.
El partido fue vibrante de principio a fin. El Atlético trató de nadar y guardar la ropa. Sobre todo, después de marcar el tercer gol. El equipo colchonero llevaba años sin poder ganar con ventaja clara a su gran adversario. El derbi tuvo esta vez una solución casi inesperada porque el líder tenía que mantener su posición que la perdió porque le han superado Barcelona y el Girona, conjunto revelación. El Atlético se copia sí mismo con dos de los goles. Fueron auténticas fotocopias si de ello se puede hablar en jugadas de fútbol. No es de recibo que la zaga madridista con dos centrales con tanto renombre, Alaba y Rudiger fueran incapaces de cortar las alas a los remates atléticos. Morata no hallará diferencia alguna en los dos tantos que marcó.
Dos goles en contra podrían haber hundido la moral de cualquier conjunto. Dos dianas y las correrías rojiblancas sin que Lucas Vázquez y Fran García defendieran útilmente sus zonas. Pero se sabe que al Madrid no le puede cantar el gori-gori hasta que esté en la tumba. Es gran verdad que en este caso mientras hay vida hay esperanza. Kepa salvó el tercer gol como también salvó el primero Oblak en remate de Valverde. Y el juego se envenenó y los ataques madridistas fueron agobiantes para la zaga atlética. Demasiados minutos defendiendo para que el Madrid no hiciera diana. Fue Kroos desde el mismo borde del área lanzó un disparo tremendo y junto al palo que Oblak no pudo detener. Y el asedio no tuvo fin hasta que el árbitro mandó al personal a los vestuarios para que ambos bandos reflexionaran para jugar la segunda parte con otros signos.
Debió haber poco estudio porque el Atlético salió con el ímpetu del comienzo y copió uno de sus goles. Saúl envió la pelota al área y por segunda vez, Morata, otra vez de cabeza, batió a Kepa.
Ancelotti hizo más cambios que nunca y ello no le sirvió para aminorar la diferencia. Hasta el final, con algunas entradas impropias de quienes las protagonizaron, acabó el encuentro con las características que pintaron la mayoría de los minutos. Mucho ataque madridista con disparos desde fuera del área para tratar de sorprender y defensa con fe del Atlético que, en contragolpes que pillaron a medio Madrid adelantado, pudo habar rematado la faena con otra diana.