Luis de la Fuente era el cambio natural. Se creyó un tiempo que Marcelino estaba destinado a suplir a Luis Enrique, pero finalmente se ha impuesto la cordura. Con el asturiano se iba a romper con todo lo experimentado hasta ahora y el fútbol español no está para cambios radicales. Entre otras razones, porque no hay en la nómina de los clubes jugadores que puedan encarnar un nuevo tiempo. Hay lo que hay con pequeños matices. Lo más racional por ahora es tener cierta continuidad. Luis de La Fuente ha sido el seleccionador hecho en la casa. Ha vivido desde los equipos juveniles a la Sub-21 y ha conseguido con ella notables éxitos. A mi entender, sin embargo, lo positivo del relevo es el hecho de que el nuevo técnico es quien ha catapultado a la mayoría de los actuales integrantes de la selección que jugó al mando de Luis Enrique. De la Fuente ha ejercido su cargo con eficacia y sin crear problemas. Y, sobre todo, sabe qué puede hacer con quienes han sido sus pupilos en anteriores ocasiones. No nos gusta el modo de jugar que ha impuesto el anterior responsable, quien ha dirigido el futbol sin salidas del Mundial, pero en su sucesor, además de unos granos de continuidad, será hombre dispuesto a ejercer su cargo con las renovaciones posibles. Del Bosque se encontró con el equipo hecho que le dejó en herencia Luis Aragonés y De la Fuente no puede decir lo mismo porque se encuentra con un conjunto maltrecho aunque muchos de los que lo componen sean de su confianza porque con ellos ha jugado campeonatos europeos y Juegos Olímpicos. Con notables resultados, por cierto.
Con De la Fuente se mantiene cierto espíritu, mas también se esperan novedades. Lo racional desde el punto de vista federativo ha sido jugar la mejor baza del presente. Al nuevo se le garantiza la estancia en la Federación y tal vez la continuidad si consigue levantar la moral y los buenos propósitos en los próximos partidos de clasificación continental y la fase final que hay que juagar en la Liga Europa. Fichar a un seleccionador provisional desde fuera de la casa habría sido un riesgo porque no era prudente garantizarle un contrato de más de un año. Con De Fuente no hay problema con las fechas. Si a éste le sucede alguien que reúna prestigio y ciertas garantías se le tendrá que firmar un contrato más duradero.
Luis Enrique se ha ido dejando en el ambiente la desgracia del Mundial y se han olvidado los buenos momentos y sus clasificaciones en los grandes campeonatos europeos. Además de los resultados han caído sobre él sus actitudes que no han sido siempre las más amables. Luis Enrique no ha sido un tipo simpático, pero no estuvo bien recibido cuando llegó. Venía de haber triunfado en el Barça y ello no era un buen salvoconducto. Su participación televisiva en Catar (escribo con C porque lo recomienda la Real Academia) no le ha acompañado. Tuvo gracia en las primeras intervenciones, pero a partir de la derrota con Japón aunque hubiera actuado al estilo Gila no habría hecho sonreír a la mayoría de los que le se han echado a degüello. Se ha cargado más sobre el hombre que sobre el entrenador.
Luis Enrique no ha sido un pésimo seleccionador como se pretende a pesar del desencanto mundialista. Le han podido sus ansias de protagonismo en las que, a veces, ha pretendido salvaguardar a los jugadores. Desearía que no le echásemos en falta a pesar de cuanto se le ha reprochado desde el puto de vista deportivo y yo el primero.
Posdata. La partida de media selección camino de sus vacaciones, separada de la expedición que ha regresado a España no ha sido un bonito final, pero tampoco es para cargar sin piedad sobre quienes han decidido descansar junto a sus familias en tierras lejanas.