Nos adentramos en el mes de febrero y estamos a solo cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, siempre que Pedro Sánchez no decida adelantar los comicios generales al mes de abril, como hizo en 2019.
Y con el argumento de que le conviene priorizar estos comicios por temor a un mal resultado municipal el 28 de mayo, que para el PP se convertiría en un poderoso trampolín para ganar las elecciones generales en los primeros días de diciembre.
En todo caso una opción de adelanto de elecciones por Sánchez en abril que no parece probable porque el presidente confía mucho en la mejora de la economía (2022 acabó con un PIB del 5,5) a lo largo del año y en la presidencia de la UE que ostentara durante el segundo semestre del curso político.
De la misma manera que Ximo Puig ha renunciado en Valencia a adelantar sus elecciones autonómicas. Lo que tampoco parece que hará el PP de Castilla y León para incorporar sus elecciones regionales al 28 de mayo y quitarse de en medio el lastre de Vox, que pesa sobre las espaldas del PP nacional y constituye el principal discurso político de Sánchez contra Feijóo.
De manera que, en principio y salvo sorpresa de última hora, seguimos con el calendario de las elecciones municipales y autonómicas el 28 de mayo y las generales en diciembre, el domingo día 3 ó el domingo día 9.
Así las cosas, conviene subrayar que los comicios de mayo se celebrarán en clave de debate político nacional, por encima de las cuestiones y candidatos municipales y autonómicos. Aunque esos candidatos sí van a desempeñar un rol en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla.
Pero además tenemos tres incógnitas políticas a la espera de un desenlace.
Empezando por la crisis de Cs que sobre todo tiene pendiente la decisión de Villacís en Madrid sobre si se presentará una vez más con su partido, Cs, o si decide integrarse en la lista de Almeida con el PP.
La segunda cuestión afecta a las tensiones crecientes en el interior de UP ante las crecientes discrepancias entre los dirigentes de Podemos, Iglesias, Belarra y Montero y la vicepresidenta Díaz.
Una Yolanda apoyada por la estructura de IU y del PCE, muy cercana a Más País (y Más Madrid) de Errejón, y a otras formaciones regionales como las de ECP de Colau, o Compromís de Baldoví. Así como a otras pequeñas ‘confluencias’ en Galicia, Canarias (tras la marcha de Alberto Rodríguez de UP) y Andalucía.
En principio Díaz reserva su plataforma Sumar para las elecciones generales de diciembre pero en mayo hará campaña con los partidos potencialmente aliados de Sumar. Si es que antes no ha solucionado sus problemas con UP.
La tercera cuestión en liza es la relativa a los nuevos y pequeños partidos de ámbito local de la llamada ‘España vaciada’, como es el caso de ‘Teruel existe’, que han proliferado bastante y podrían tener efectos negativos para PP y PSOE en pueblos y capitales donde estas formaciones pueden lograr concejales y algunas alcaldías.
No en vano ya se han detectado movimientos y formaciones políticas de la ‘España vaciada’ en Soria,Teruel, Cuenca, Jaén, Burgos, Palencia, Leon, Valladolid, Salamanca, Toledo, Ciudad Real y Huesca. Lo que no quiere decir que vayan a obtener resultados importantes pero sí dispersar votos.
En todo caso el resultado político y electoral del 28-M se medirá entre Feijóo y Sánchez en el número total de votos municipales que PP y PSOE reciban. A lo que se añadirán las posibles novedades o cambios de Gobierno en las 12 CC.AA. en liza y en importantes capitales de provincias.
Pero antes de esta cita electoral todavía pueden pasar muchas cosas en este país que tendrán influencia en los comicios de mayo, vista la tensión continua e imparable en la que se desarrolla el debate político nacional.