Ciudadanos, el partido que fundó y destrozó Albert Rivera, ha entrado en esta campaña electoral del 28-M en el tercer y último acto del drama que los lleva a su definitiva desaparición de la vida pública española. Porque, después de la derrota penosa que sufrirán el 28-M, no podrán participar en los comicios generales de diciembre.
Y eso ya lo saben los primeros dirigentes de Cs y lo van a comprobar en la noche del 28-M, donde todos sus anhelos están en ver si Villacís logra en las elecciones de Madrid capital, un 5 % de los votos y tres concejales que, en ese caso, podrían ser decisivos para permitir que Almeida mantenga la vara de mando de la capital de España.
Y ello a pesar de que el paso de Almeida y de Villacís, por el liderazgo de la alcaldía de Madrid ha sido insignificante, sin especial legado para la ciudad y con bastantes errores. Lo que les conduce a unas inciertas elecciones madrileñas que dependerán, en la alcaldía, del tirón que en la Comunidad de Madrid pueda lograr, en pos de su mayoría, absoluta Isabel Ayuso.
Una Ayuso que se opuso al pacto electoral con Cs de Feijóo y Almeida en las elecciones del consistorio de Madrid. El que de momento está en el alero por el casi nulo liderazgo y poca notoriedad de la candidata socialista Reyes Maroto y que en la izquierda dependerá del resultado que obtenga Rita Maestre de Más Madrid el 28-M, con ayuda de Yolanda Díaz y Manuela Carmena.
Dice Villacís que ella ‘ni se rinde ni se entrega’. Pero eso no es suficiente ni sirve para nada porque los que están entregados y mal avenidos entre sí son Inés Arrimadas y Edmundo Bal y, en consecuencia dañando a la incipiente y por poco tiempo lideresa de Cs Patricia Guasp.
Pero todos estos hechos, que los conducen a la derrota y hacia la extinción, incluyen un importante regalo para Pedro Sánchez porque los miles de votos desperdigados que le quedan a Cs no servirán para nada, irán a la papelera del recuento electoral del 28-M y solo servirán para favorecer a Sánchez y al PSOE.
Un apoyo no querido e indirecto a Sánchez de Cs, que fue una constante desde que Rivera y Sánchez firmaron un pacto de Gobierno en 2016, ante el cuadro de ‘El abrazo’ de la transición de Genovés, que pudo llegar en abril de 2918 al Gobierno de España y que Rivera dinamitó.
Como posteriormente Arrimadas dinamitó, tras las elecciones del 10-N de 2019, lo que fue quedando de Cs en Cataluña, Murcia, Madrid, Andalucía y Castilla y León. Una voladura en cadena de Cs que Arrimadas, Bal y Guasp van a completar el 28-M en el beneficio de Sánchez al que tanto critican y del que dicen discrepar.
Lo que deberían hacer estos dirigentes de Cs es anunciar cuando antes la retirada de sus candidaturas presentadas en las elecciones del 28-M y pedir el voto para el PP. Lo que sería un último servicio a los ‘ciudadanos’ de este país a los que han pretendido ayudar y representar. Pero semejante decisión no la tomarán y hundirán el barco desperdiciando unos miles de votos que a nadie, salvo a Sánchez, les servirán.