“…Reafirmando el importante papel que desempeñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos…y subrayando la necesidad de que participen en pie de igualdad en los procesos de toma de decisiones” (Resolución 1325 de las Naciones Unidas- año 2000)
Además del enorme sufrimiento que producen, las guerras agudizan todas las desigualdades. Ucrania, un país con grandes diferencias entre los sexos (puesto 65 en el ranking de la brecha de género del Foro Económico Mundial, que mide 149 países*), había iniciado en los últimos años un tímido camino hacia la emancipación de las mujeres. Ahora los avances se verán frenados como consecuencia de la invasión del ejército ruso, la crisis humanitaria y el agudo empobrecimiento del país.
Millones de mujeres con sus hijos, nietos o hermanos menores han huido de su país o de su ciudad y componen más de un tercio de las personas desplazadas y refugiadas de Ucrania. Son la población más vulnerable frente a la violencia, la explotación y el abuso que perpetran las redes de delincuencia organizada. Por otro lado, casi 90.000 mujeres darán a luz en los próximos tres meses en condiciones de alto riesgo y falta de asistencia especializada. La mayoría de ellas depende de la ayuda local o internacional a la que está siendo muy difícil acceder por el sistemático incumplimiento, por parte de Rusia, de las medidas de protección que requieren los corredores humanitarios.
Los conflictos armados cosifican a las mujeres, la violencia sexual es, al mismo tiempo, una táctica y un arma de guerra, muy barata por cierto. Las mujeres son violadas por el enemigo con el doble objetivo de humillarlas, y a la vez, para dejar en sus cuerpos la posible semilla del agresor. Las organizaciones feministas y humanitarias de Ucrania han lanzado una alerta urgente por los reiterados casos de violencia sexual a manos de los soldados del ejército ruso muchas veces en presencia de los hijos de las víctimas.
Desgraciadamente la experiencia nos enseña que no sólo violan los enemigos. En el horror de la batalla y del éxodo, se producen abusos sobre las mujeres y las niñas desde todos los bandos.
Pero esta no es, ni mucho menos, la única realidad de las ucranianas. Desde que Rusia invadiera Crimea en 2014, las mujeres han ido incrementando su participación en el ejército. En este momento se calcula que componen al menos el 20% de las Fuerzas Armadas del país (una de las proporciones más altas del mundo según el Banco Mundial) a lo que hay que añadir las que se encuadran en guerrillas, retaguardia, logística, personal sanitario, ayuda humanitaria, etc. “Las mujeres estamos defendiendo nuestra tierra, el hogar de nuestras familias, igual que hacen los hombres” (Irina,Brigada de la Guardia Nacional de Respuesta Rápida del Ejército de Ucrania). Olena Zelenska, guionista y actual Primera Dama del país, con más de 2 millones de seguidores en las redes sociales, anima a la resistencia con rostro femenino. Y el Presidente Zelensky se dirige a los que combaten usando el femenino y el masculino alternativamente.
La defensa valiente y eficaz que está manteniendo la población y que ha sorprendido al mundo, no sería posible sin la participación decidida de las mujeres ucranianas en el frente.
La gran paradoja de esta realidad es que, incorporadas al ejército y luchando como los varones o siendo las principales víctimas del éxodo y de la violencia sexual, las mujeres son las grandes ausentes del espacio de decisión antes, durante y después de las guerras. El terreno de los conflictos y los post conflictos sigue siendo exclusivo de los hombres. En los últimos veinte años se han hecho múltiples llamamientos, desde las Naciones Unidas hasta la OTAN, pasando por la Unión Europea y las organizaciones de mujeres más importantes del mundo, para que en la guerra y los conflictos armados, así como las en negociaciones de paz se abra espacio a las mujeres. Ellas tienen mucho que decir y tienen derecho a hacerlo. Ha quedado demostrado que, cuando las mujeres participan en las conversaciones de paz, esta es más duradera. El paso al frente de las ucranianas debe obtener el respeto que merece, no cabe ya ninguna conversación o negociación sin la presencia de las mujeres.