A pesar de que, a día de hoy, nadie es capaz de predecir lo que ocurrirá en las próximas semanas, la mayoría de analistas y de responsables políticos piensa que la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, desgraciadamente, va a durar tiempo. Dos semanas después de que Vladimir Putin iniciara esta guerra, el ejército ruso domina al menos 4 grandes ciudades y Odessa y Kiev se preparan para una invasión inminente. Putin ya ha ganado en el mar y ocupa todos los puertos de Ucrania.
La primera lección que hemos aprendido es que la guerra, en el siglo XXI, también es posible en suelo europeo. La amenaza se ha cumplido: Putin ha destruido la paz y ha mostrado con fiereza que el orden internacional implantado por Occidente, tras la caída del muro de Berlín, no es un orden estable ni seguro.
La segunda lección para los países miembros de la Unión Europea es que, en efecto, hay que ir más deprisa y más a fondo en la construcción de un espacio geopolítico y ello con todas las consecuencias. Si la paz no está asegurada tenemos que poder defendernos. Si nuestra dependencia energética nos hace débiles frente a Rusia -que ha jugado siempre con ese arma para dividir Europa- condicionando nuestras decisiones más relevantes para el futuro, debemos acelerar los procesos ya diseñados para conseguir fuentes de energía distintas y alternativas.
Aumentar el gasto militar
Hablamos, sí, de aumentar el gasto militar de los estados miembros y de dotar a la UE de capacidad defensiva propia, de autonomía tecnológica; en definitiva hablamos de seguridad y de libertad para los europeos. Ninguna de ellas será posible sin unidad de acción y un proyecto estratégico compartido por todos los países de la Unión.
Es tremendo pensar que, en ese camino, hemos avanzado más en las últimas dos semanas que en los 10 años anteriores. La decisión alemana de sacrificar gran parte de sus principios para frenar a Putin, enviando armas a Ucrania, aumentando su presupuesto de defensa y condenando el gasoducto Nord Stream 2 supone un paso de dimensiones históricas que por un lado demuestra la gravedad del momento y, por otro, que Alemania abraza definitivamente la idea de una Europa mucho más geopolítica. Otra lección aprendida.
Putin lleva mucho tiempo desafiando el orden mundial de los últimos 30 años y en él ha ido creciendo la ensoñación de un regreso de Rusia a sus fronteras soviéticas, un túnel del tiempo. No le ha importado que los países que consiguieron liberarse del yugo soviético hayan decidido, con muchas dificultades, apostar por un futuro con soberanía y democracia. Putin cree que son una amenaza para su sistema autocrático y su delirio de grandeza y ha ido socavando a cuantos ha podido, desde Ucrania hasta Asia Central.
Lecciones de guerra a Putin
Pero esta guerra también va a dejarle unas cuantas lecciones al Presidente ruso. La primera es que él se ha convertido en un "paria internacional". La votación sobre la condena a la invasión de Ucrania, en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con una aplastante mayoría contra Rusia y la abstención de China -enormemente incómoda con su nuevo aliado- es un mensaje muy claro que, posiblemente, Putin no esperaba.
La sólida cooperación y concertación de los Estados Unidos, la OTAN revivida (con una destacada ayuda por parte de Turquía) y la Unión Europea decidida como nunca, en cuanto a las duras sanciones económicas contra Rusia y el apoyo a Ucrania, han debido sorprender y complicar los planes estratégicos de Vladimir Putin. La valentía de Zelensky y de todos los ucranianos hace pensar que la infame agresión a ese pueblo va a consolidar una identidad nacional mucho más sólida en Ucrania. Otro fracaso de Putin, otra lección para él.
A estas horas miles de personas inocentes sufren por la brutalidad de una guerra sin sentido -si es que alguna guerra lo tiene- y las lecciones aprendidas no sirven para detener su sufrimiento. Y esta es la última y definitiva lección. Cueste lo que cueste no podemos sacrificar a Ucrania porque está en juego mucho más que el resultado de esta guerra. Es la paz que tantas guerras ha costado y nuestra moral colectiva las que peligran seriamente.