La guerra y el Hambre

Refugiadas ucranianas se registran en Amsterdam

EFErefugiados

“24.000 personas mueren cada día de hambre, en el mundo” (Naciones Unidas)

Los expertos militares afirman que las guerras son, sobre todo, inciertas y que la primera de sus víctimas es la verdad. Por eso me parece estéril especular sobre quién va ganando esta guerra injustificada y cruel. Dejemos ese tipo de cálculos a los especialistas, es más serio. Cuando veo titulares anunciando que Putin ya ha perdido, pienso en lo que sentirán, al leerlo, el Presidente Zelenski o las viudas ucranianas y todo un pueblo sometido a esta invasión intolerable. El sufrimiento de Ucrania es el fracaso de todos nosotros, Putin no ha perdido.

Hay algunas consecuencias de esta guerra que, desgraciadamente, no admiten dudas. Una de ellas, de impacto global sobre las poblaciones más empobrecidas, es el hambre. Aunque las cifras de la hambruna que padecen cientos de millones de personas en el mundo no estaban mejorando en los últimos años, la pandemia ha venido a agravarlas y el ataque contra Ucrania puede estar, ahora, situándonos ante la mayor crisis alimentaria desde la Segunda Guerra Mundial, según las organizaciones humanitarias.

Rusia y Ucrania son los principales exportadores de trigo en el mercado internacional (1° y 5° respectivamente) y también de maíz, de soja y de fertilizantes para la agricultura. Egipto depende en un 80% de los cereales que importa desde Rusia y Ucrania pero también Yemen, Nigeria, Kenia, Etiopía, Afganistán, Bangladesh y hasta 26 países obtienen más de la mitad de su trigo de esa misma región: el granero del mundo.

En este momento el precio del trigo alcanza máximos históricos habiendo aumentado un 60% desde el inicio de la invasión rusa. Se calcula que 13,5 millones de toneladas de trigo y 16 millones de toneladas de maíz están retenidas a causa de la invasión y de las sanciones impuestas contra Rusia, afectando a los precios locales de los alimentos y limitando el acceso a los mismos para millones de personas que ya están bajo una enorme presión -según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas-. Los agricultores también se ven amenazados por el bloqueo del comercio de fertilizantes.

Si el conflicto se prolonga no se podrá sembrar ni cosechar en Ucrania, país que produce alimentos para 400 millones de habitantes. Lo peor puede estar por llegar ya que las exportaciones deberían producirse en verano y en otoño, no llegarán a tiempo.

El hambre aumenta en grandes regiones del planeta y ya son sus víctimas 821 millones de personas,* por eso, algunos expertos proponen la exención de sanciones para el caso de los alimentos tanto para permitir su exportación como para autorizar los pagos a Rusia, actualmente bloqueados.

El mundo desarrollado está padeciendo el impacto económico y político de la guerra de Putin, nuestras sociedades empiezan a ser conscientes de que el horror que padece Ucrania tendrá un efecto directo sobre nuestro bienestar. Josep Borrell ha advertido a la Unión Europea de la urgencia de reducir al 50% el consumo de gas que viene de Rusia. Será difícil pero no imposible porque podemos invertir y desarrollar fuentes de energía alternativas. Sin embargo en los países empobrecidos, quiénes no puedan acceder al maíz o al trigo, simplemente no tendrán ninguna opción. Será el hambre y más hambre, es decir, muerte. Todos ellos, y son cientos de miles, ya han perdido esta guerra.

*fuente: Comité para la Seguridad Alimentaria Mundial