Evitar la tragedia griega

Desde hace casi tres meses los gobiernos europeos vienen tratando de llegar a un acuerdo para ayudar a Grecia a financiar su déficit público y evitar que las dudas sobre su capacidad de pagar su Deuda debiliten el euro. El pasado 11 de febrero llegaron a un acuerdo de principio que no sirvió de mucho para tranquilizar a los mercados y el  26 de marzo lo concretaron un poco mas pero dejaron muchos cabos sueltos que reflejan las dificultades que la Unión Europea encuentra para hacer frente a este tipo de crisis.

En realidad se trataba de un acuerdo franco-alemán , tomado horas antes en una reunión bilateral Sarkozy-Merkel y ratificado por los demás países. El acuerdo trataba de asegurar a los mercados financieros de que no hay riesgo en la compra de Deuda Pública griega, esperando que esa confianza rebajase los tipos de interés que se le piden sin que hiciese falta intervenir concediendo a Grecia prestamos bilaterales de los gobiernos europeos y del FMI.

Lo relevante fue la decisión de dar entrada al FMI en el salvamento del soldado griego y para la credibilidad del euro ese no fue un acuerdo glorioso. Ciertamente hacía falta un compromiso entre los que querían que sólo fuese el FMI el encargado de ayudar a Grecia y los que querían una solución estrictamente europea. Francia, España, y el BCE lucharon hasta el final para que los europeos fuesen capaces de arreglar ellos solos sus propios problemas. Tenían toda la razón, pero Alemania, por razones de política interior, algunas comprensibles, no ha querido.

Se pueden comprender los sentimientos de la opinión publica alemana, que piensa que le tocará pagar por países que no han hecho los mismos esfuerzos para garantizar la estabilidad y mejorar la competitividad económica. Y que sigue teniendo nostalgia del marco sacrificado en el altar de la integración europea como precio a su reunificación. Una nostalgia un tanto injustificada puesto que el euro no ha sido peor que el marco desde el punto de vista de la estabilidad, como recordaba Trichet, y ha permitido una expansión de la economía europea que ha tirado de las exportaciones alemanas.

Pero habría que explicar que no se trata de ayudas a fondo perdido, como si de un nuevo Fondo de Cohesión se tratara, sino de préstamos a un tipo de interés razonable que contribuyan a resolver un problema que afecta a la estabilidad del euro y también a la solvencia de los bancos alemanes que son los grandes detentores de Deuda pública griega.

Además, el acuerdo establece que los préstamos bilaterales de los gobiernos europeos  no deben ser “subvencionados”, es decir su tipo debe ser parecido al de un mercado “normal”. Concretar el significado práctico de esa condición costó otras dos semanas  más de reuniones y debates, mientras se esperaba que no hiciese falta aplicar el acuerdo porque su mero enunciado debía hacer ver a los mercados que sus exigencias tendrían un límite.

Mientras tanto, y sin hacer tanto ruido, el BCE es el que más ha estado ayudando a Grecia aceptando su Deuda, a pesar de su baja calificación, como garantía de los préstamos que concede a los Bancos. De esta manera está dando un verdadero balón de oxigeno a Grecia, una ayuda mas rápida y efectiva que la de los reticentes gobiernos. Quizá porque Trichet no tiene opiniones públicas que contentar y es más consciente que nadie del grave problema que representaría para el euro la insolvencia de Grecia.

Mientras los gobiernos europeos discutían, los tipos que Grecia ha tenido que pagar se habían acercado al 7,5 %. Finalmente, el 9 de abril, los gobiernos de la eurozona se pusieron de acuerdo en lo que significa un tipo de interés “no subsidiado”: un diferencial de 3,5 puntos sobre el euribor a 3 años, hoy equivalente a un 5,3 % de interés, lo que tampoco es un regalo. Se ha cumplido con la exigencia de Merkel de que los préstamos no implicasen una ayuda cuyo coste tuviese que soportar el contribuyente alemán .

Veremos cual será la reacción definitiva de los mercados, pero de momento ya se ha producido una rebaja de casi 70 puntos básicos en el tipo de interés que tenía que pagar Grecia, el euro se ha recuperado frente al dólar y la Bolsa de Atenas ha subido casi un 8 % en dos días.

Incluso para España el acuerdo ha tenido efectos favorables ya que nuestra  prima de riesgo también ha bajado. Pero no sería la primera vez que a una reacción positiva ante un anuncio de apoyo a Grecia le sigue un nuevo ataque. Grecia tendrá que superar difíciles tests en los próximos meses antes de que el riesgo de impago de su Deuda deje de alimentar la especulación y se evite una tragedia griega.

En realidad, el problema al que ha estado haciendo frente la UE estos tres últimos meses es saber si los europeos somos capaces de resolver solos nuestros propios problemas. Tiene que ver con la concepción que se tenga del papel del euro y de los lazos que deben unir entre si a los países que lo comparten. De momento parece que esos lazos no son tan fuertes como los que deberían fundar una unión económica y monetaria.

Sobre el autor de esta publicación

Josep Borrell

Ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, máster en Investigación Operativa por la Universidad de Stanford en Palo Alto (California, EE. UU.), máster en Economía de la Energía por el Instituto Francés del Petróleo en París (Francia), doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid en Madrid (España) y catedrático en excedencia de Matemáticas Empresariales. Trabajó siete años para CEPSA.

Desde su llegada a la política en 1979 ha ocupado diversos cargos:

Fue concejal en Majadahonda (Madrid).
Responsable de la política fiscal del Gobierno de la Comunidad de Madrid.
En 1982 fue nombrado Secretario de Estado de Presupuesto y Gasto Público del Ministerio de Hacienda.
Fue Secretario de Estado de Hacienda de 1984 a 1991
En 1991, Ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente.
Estando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la oposición, ganó las elecciones primarias del 24 de abril de 1998.

En 2002 fue uno de los representantes del Parlamento Español en la Convención Europea encargada de elaborar el borrador de la Constitución Europea. Borrell participó dentro de ésta en los grupos de trabajo de gobierno económico, Europa social, política exterior y defensa.

De 2004 a 2007 fue Presidente del Parlamento Europeo.

De 2007 a 2009 presidente de la comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo

Desde enero de 2010 hasta junio de 2012 ocupó el cargo de Presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia).

Sirvió como ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España entre junio de 2018 y noviembre de 2019.

Desde el 1 de diciembre de 2019 ocupa el cargo de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea