La supuesta frase de don Quijote a Sancho Panza, “cosas veredes que farán fablar las piedras”, viene muy bien como título de esta columna, aunque no aparezca en el libro que narra la historia del Ingenioso Hidalgo. También serviría el título de cualquier sesudo tratado sobre la mentira. Pero no divaguemos.
No iba a haber gobierno ni con Esquerra Republicana de Cataluña ni con Bildu. Pero lo hubo. No se concederían indultos a los condenados por sedición en el golpe blando de Cataluña, pero se les indultó pasando por encima del informe no vinculante del Tribunal Supremo. Y no sólo eso, sino que se reforma el Código Penal para que en adelante esas conductas se castiguen con menor pena o sean sencillamente impunes. No se iba a tocar el delito de malversación porque la corrupción es incompatible con la democracia, pero se tocó para rebajar las penas si los dineros, en lugar de acabar en los bolsillos del delincuente, se dedican a la buena causa de la política. Inexplicablemente, cuando al daño sufrido por el patrimonio público se une, por ejemplo, su incidencia en una campaña electoral. Es de agradecer que el presidente de Aragón haya denunciado públicamente la sinrazón de la reforma.
Y ahora, cuando se nos dice, con voz severa y gesto grave, que no habrá referéndum de autodeterminación en Cataluña, pues puede haber alguien que no se lo acabe de creer a la vista de los precedentes. Por otra parte, ya hemos empezado con el consabido malabarismo semántico. No habrá referéndum, pero podría haber una consulta. Puesto que en ningún caso cabría celebrar en Cataluña un referéndum cuyo resultado pudiera llevar por sí mismo a la independencia, las dudas se desplazan hacia la posibilidad de que el Gobierno de la Comunidad Autónoma llame unilateralmente a las urnas con un nombre u otro. Cuestión distinta es que los porcentajes de participación y de voto afirmativo en el modelo de Junqueras respondan mucho mejor a un referéndum que a una consulta.
Llegado el momento, no faltará quien interprete los preceptos constitucionales a favor del referéndum o consulta no vinculante, y tal vez el pronunciamiento del Tribunal Constitucional llegase con cierto retraso.
El panorama es preocupante, pero se ennegrece aún más con lo que acaba de manifestar bien alto el mencionado líder de Esquerra Republicana de Cataluña: nada de lo que él propone se hallaría tipificado en el Código Penal. Tal vez piense en una repetición de aquellos días desde el punto de vista institucional, pero sin el menor disturbio callejero.