Bobby Charlton y Don Alfredo

Bobby Charlton y Don Alfredo

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La muerte de Bobby Charlton, a sus 86 años, es, para los que nos movemos ya en el crepúsculo, un recordatorio de lo efímero de bastantes cosas.

Charlton es quizás el futbolista más importante de la historia de Inglaterra patria de este deporte que se ha extendido por todo el planeta arrolladoramente. En los años cincuenta y sesenta, cuando despegaba la televisión, era uno de los dioses del espectáculo. Su clase, su olfato en el gol, su elegancia dentro y fuera del césped, lo colaron en la categoría de figura irrepetible. Resulta normal que el estadio del Manchester United, su equipo de toda la vida, con el que ganó la Copa de Europa y el Balón de oro en 1968, haya levantado estatuas para él y para Best un rutilante extremo que también despertó pasiones y que tendría un final más desdichado que el del gran Bobby.

He querido reseñar algo sobre Charlton porque recuerdo su curiosa reacción cuando me lo presentaron en la ONU en Nueva York. El Secretario General de Naciones Unidas, Koffi Annan era como ghanés, buen aficionado al fútbol y, además, un diplomático con mucho olfato para las relaciones públicas. Organizó en un par de ocasiones unas breves exhibiciones futbolísticas en las que un plato principal consistía en que chavales de escuelas de barrios modestos de la ciudad de los rascacielos visitaran la ONU equipados y en su jardín un par de Embajadores, de edad más o menos provecta, les tiráramos penaltis o hacíamos un rondó con los críos. Las “figuras” diplomáticas eran Lavrov, embajador ruso y actual ministro de Putin, y el que suscribe.

Annan quería que hubiera fotos, claro, y para atraer a la prensa invitaba a artistas, cantantes, escritores… al acto. Entre ellos recuerdo que en una ocasión estaban, Bobby Charlton, Roger Moore (intérprete en ocasiones de James Bond), el director de un periódico, una cantante negra conocida… Yo iba peor equipado que mi impoluto colega ruso Lavrov, actual ministro de Exteriores de su país, pero llevaba una camiseta en la que aparecían en el anverso de la inscripción “Todos Sudacas” una lista de jugadores iberoamericanos (Di Stéfano, Kempes, Didí, Vavá, Hugo, Bebeto, Evaristo… hasta quince). Fue un caso en que le robé el show a mi colega, servidor de Putin, poseedor del arma nuclear y miembro del Consejo de Seguridad. En cuanto Charlton vio en grandes caracteres el nombre de Alfredo Di Stéfano en mi pecho se lanzó hacia mi y brillándole los ojos musitó un par de veces: “Di Stéfano, ¡the greatest!”. Y movía la cabeza. Ahí pegamos la hebra en corro aparte. Él se extendía sobre el Real Madrid de su época, imagino que recordaría el partido en el Old Tradford y yo le eché varias flores a su triunfo en la Final del Mundial de 1966 del equipo inglés que el capitaneaba (le gustó que recordara que le había hecho dos goles al conjunto maravilla portugués de Eusebio en un encuentro). No le mencioné, diplomacia obliga, que la victoria de Inglaterra sobre Alemania, 4-2, había estado envuelta en alguna irregularidad (¿cruzó el balón la raya en un gol decisivo inglés? No hay imagen que lo demuestre).

Ante su caballerosidad con di Stéfano yo preferí ponerme filosófico en aquella mañana de 2001.”¿Se ha dado usted cuenta”, le dije, “que todos los colosos del fútbol de los últimos cuarenta años han sido campeones del mundo o participado en los Mundiales y Alfredo Di Stéfano, el que consideramos el genio de los genios, no pudo tomar parte en ninguno?”.

Me miró pensativo y me dijo : “It is true, but he was the greatest “.

Y así se escribe la historia, con el azar.

Sobre el autor de esta publicación

Inocencio Arias

Andaluz, es un veterano diplomático con más de cuarenta años en la profesión y que ha ocupado cargos importantes en el Ministerio de Exteriores con los tres gobiernos anteriores de la democracia.

Ha sido, curiosamente, Portavoz Oficial del Ministerio con la UCD, el PSOE y el PP amén de Secretario de Estado de Cooperación (segundo cargo del Ministerio) con el PSOE de F. Gonzalez y Embajador en la Onu con el PP de Aznar, etc.

Fue durante dos años Director General del Real Madrid. Ha sido profesor en la Complutense y en la Carlos III.

Ha colaborado profusamente en varias publicaciones, radio… y publicado tres libros: “Tres mitos del Real Madrid”( Plaza y Janés), ”Confesiones de un diplomático”(Planeta) y recientemente con Eva Celada “La trastienda de la diplomacia” (Plaza Janés) que ha agotado en poco tiempo tres ediciones.

Es seguidor del Real Madrid y forofo de Chejov, Mozart y Di Stéfano.