Asesinar y fallecer

Asesinar y fallecer

EUROPA PRESSEfectivos sanitarios y policiales cubren el cadáver del sacristán fallecido en un ataque a diferentes iglesias en Algeciras.

En los últimos días el terrorismo ha hecho de nuevo titulares aquí y en Pakistán. En atentados con coincidencias y diferencias.

En nuestro país, sólo ha habido 1 muerto y 3 heridos. En Pakistán 95 muertos y 221 heridos. El impacto en nuestros medios de información ha obedecido sobre todo a las características del atentado: un joven marroquí con un machete ha atacado a sacerdotes y feligreses de dos parroquias con el balance indicado. Es una primicia noticiosa aunque nuestras autoridades, muy arrebatadas cuando, con toda razón, se trata de calificar de asesinada a una mujer matada por su pareja, hayan hablado, en el caso de Algeciras, del “fallecido” y no del asesinado. Uno piensa que es loable que los gobernantes no subrayen ningún aspecto que incite a la xenofobia y cree clichés negativos sobre una comunidad, en este caso la musulmana, pero en esta ocasión se han pasado un poquito con su pudor para no estigmatizar a los numerosos marroquíes que habitan en nuestro país, menos aún en la víspera de un viaje de Sánchez a Marruecos.

Pasar por alto la procedencia y las motivaciones del joven asesino marroquí tiene un límite. Es evidente que la inmensa mayoría de nuestros vecinos, los que viven allí y los que han cruzado legal o ilegalmente a España, son gente tan pacífica como cualquiera de nosotros. No hay la menor diferencia y hay que repetirlo. Ahora bien, existe una minoría islámica a la que sus lecturas o alguno de sus líderes religiosos le han metido en la cabeza que los infieles cristianos son perros despreciables y, si no se convierten al islamismo, no merecen vivir. Las fuerzas vivas islámicas que expanden esto son sólo un puñado, pero los que callan o condenan con la boca chica bastantes de los atentados son lamentablemente bastantes más.

Que el Corán tiene aseveraciones saludables y otras belicosas, nocivas hacia los infieles es un hecho conocido que no todos los santones islámicos quieren admitir.

Lo ocurrido en Pakistán es una buena prueba. El país viene sufriendo atentados de una corriente talibana, el TTP. Los dirigentes de Islamabad creyeron ingenuamente que los talibanes que habían recuperado el poder en Afganistán podrían influir en sus “colegas” del TTP para que abandonaran la lucha armada. No ha sido así, el rosario de atentados ha culminado con el brutal de estos días, una bomba en una mezquita en la que rezaban en esos momentos más de cuatrocientas personas muchos de ellos policías. Poner una bomba en un lugar de culto en un momento en que está atestado es indicativo del fanatismo diabólico que empuja a no pocos extremistas islámicos.

Tanto el atentado de Algeciras como el de Pakistán tienen aspectos extraños. En el nuestro hay que preguntarse cómo los gibraltareños expulsaron raudamente en tres días al futuro asesino cuando se coló en el Peñón mientras que aquí llevaba varios meses expulsado, Marruecos, al parecer, era remiso en aceptarlo, y pudo pasearse un buen rato con su machete y profiriendo amenazas por las calles algecireñas sin que se diera la alarma. En Pakistán, el o los asesinos, franquearon varios controles y llegaron a un parte bien adentrada en el templo. Lo que significa que contaron con cómplices que poseen las mismas inclinaciones que ellos.

Sobre el autor de esta publicación

Inocencio Arias

Andaluz, es un veterano diplomático con más de cuarenta años en la profesión y que ha ocupado cargos importantes en el Ministerio de Exteriores con los tres gobiernos anteriores de la democracia.

Ha sido, curiosamente, Portavoz Oficial del Ministerio con la UCD, el PSOE y el PP amén de Secretario de Estado de Cooperación (segundo cargo del Ministerio) con el PSOE de F. Gonzalez y Embajador en la Onu con el PP de Aznar, etc.

Fue durante dos años Director General del Real Madrid. Ha sido profesor en la Complutense y en la Carlos III.

Ha colaborado profusamente en varias publicaciones, radio… y publicado tres libros: “Tres mitos del Real Madrid”( Plaza y Janés), ”Confesiones de un diplomático”(Planeta) y recientemente con Eva Celada “La trastienda de la diplomacia” (Plaza Janés) que ha agotado en poco tiempo tres ediciones.

Es seguidor del Real Madrid y forofo de Chejov, Mozart y Di Stéfano.