A Carlos Alcaraz se le calentó la boca y después de derrotar a Zverev dijo algo así como que para vencerle había que ser muy grande. Al día siguiente fie eliminado por el ruso Medvedev. Luego hizo unas declaraciones en las que mostró la imagen discreta y modesta con la que había lucido con anterioridad. Sorprendieron aquellas manifestaciones en las que se pasó. Ha vuelto donde solía. El murciano ha alcanzado el grado de ídolo para mayores y pequeñitos y por ello está obligado a ofrecer la imagen que se había creado. Ni siquiera para él, como se ha demostrado, es propia la victoria. La pena es que nos ha dejado sin la posibilidad de llegar a la final. Era, el momento de la revancha ante Djokovic, película que nos habíamos montado.
Alguna vez dije que estaba sobreexplotado y de ahí la lesión que padeció. Ahora, con el buen criterio de quienes lo dirigen, han anunciado que no disputará los partidos de Copa Davis que se han de jugar en Valencia. Esta deserción, que tiempo atrás se justificaba con documento médico y que formar parte del equipo nacional era orgullo, ha dejado de ser obligación reglamentaria. Incluso renunciar a una selección podía acarrear castigo. Ser murciano no acarrea posición política y naturalmente, Alcaraz tendrá otras oportunidades para con sus victorias llevar al equipo de Copa Davis a lugares que incluso con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, ha conquistado alguna vez. El tenis con sus triunfos había desplazado a otros deportes incluido el fútbol. Ahora le han salido contrincantes en lo que se refiere a la fama con deportistas también de la nueva generación, Lamine Yamal y Nico Williams. Especialmente el primero, que era casi desconocido y ha entusiasmado hasta el punto de llenar portadas. Ha sido tan impactante la aparición estelar de Yamal que la derrota de Carlos ha quedado en segundo plano.
Posdata. El Villarreal ha manejado varios nombres para sustituir a Setién. Finalmente se ha inclinado por Pacheta entrenador más modesto, pero con cualidades humanas y futbolísticas que seguramente cuajarán en La Cerámica. Se ha adaptado a la papeleta de dirigir una plantilla que ha perdido a tres de sus mejores jugadores.