Otero, ese cerro aislado
Lo confieso: soy un empecatado aficionado a resolver crucigramas y jeroglíficos. Me estimula, me motiva, incluso me procura un ensanchamiento del acervo, que no es cosa baladí. Lo malo es que, últimamente, los crucigramistas me torturan con alguna que otra ¡falta de ortografía!, que ya es el colmo de la desfachatez. Te metes en las […]