¿Por qué hay todo y no nada?, de Richard David Precht
¿Por qué hay todo y no hay nada? Richard David Precht. Traducción de Isidoro Reguera. Siruela. Las Tres Edades/Nos Gusta Saber. 2013. 136 páginas. 18,95 euros.
Con los niños se puede hablar de todo. Esta es la premisa que parece haber tenido presente Richard David Precht a la hora de escribir este libro fascinante. También que las preguntas son la base de la filosofía, y que ambas cosas –niños y filosofía– pueden ir de la mano sin problemas.
Precht pone a funcionar su inventiva cuando pasea con su hijo por Berlín. Un caminante atento, como lo fueron muchos de los filósofos más famosos, no podrá por menos que cuestionarse el mundo en el que vive, como hacen ellos dos. El paseo, según el autor, se parece mucho a la filosofía: “Nunca se alcanza una meta, siempre se llega al mismo lugar de donde ha salido. Pero resulta divertido”.
Y sí, la caminata que Precht nos propone es muy entretenida y curiosa. En ella padre e hijo tratan asuntos relacionados con la ética, la moral, la estética y la ciencia. Como se advierte en la introducción, algunas de las cuestiones se responden fácilmente; a otras solo podemos aproximarnos, especular sin tener certezas. Un duro ejercicio para niños y mayores.
El esquema de los capítulos es claro y está bien planteado. A las explicaciones de su padre, Oskar, su hijo, le formula sus propias preguntas: “¿Soy yo realmente yo?” “¿Por qué los seres humanos tienen preocupaciones?” ¿De dónde les viene sus nombres a los animales?”. Lo que le sirve a Precht para elaborar una pequeña disertación adaptada a críos de ocho años en adelante, en la que no faltan el humor y la reflexión y de la que siempre se saca algo en limpio.
Un libro muy recomendable de un autor muy recomendable.
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