La canción de amor de Jonny Valentine, de Teddy Wayne
La canción de amor de Jonny Valentine. Teddy Wayne. Traducción de Ismael Attrache. ISBN: 9788494140969. 420 páginas. Tapa dura. 22,90.
Los sueños de las estrellas del pop y del rock hace tiempo que cambiaron y, como los del resto de los mortales, están auspiciados por el capital. Para muestra Jonny Valentine, la nueva sensación de la música, una especie de hermano pequeño (y juicioso) de Justin Bieber, perfectamente encajado en su nicho, que aspira a globalizarse como marca.
Con once años sabe que es mejor reventar en cifras una cuenta de Facebook que la moral norteamericana; que dar el salto a mercados competitivos requiere exhibir una actitud ultraconservadora y que la cima del éxito es en realidad una caverna en la que se refugian solo los mejores, es decir, los que saben manejar a conciencia el mercado.
Entre zolpidem y canciones de Michael Jackson y de la mano de un guardaespaldas entrañable que es su mejor amigo, nos hace ver que la pérdida de la inocencia es doblemente terrible en soledad. Jonny es uno de esos personajes adorables, muy al estilo de los de Salinger (escritor fetiche del autor), que lo tienen todo y que te roban el corazón desde la primera línea hasta la última.
Wayne da en el blanco al componer el retrato de este pobre-niño-rico que busca a su padre y añadirle unos cuantos trazos nuevos, como por ejemplo convertirle en un expatriado del 2.0, la madre de todos los dramas para cualquiera hoy en día. Jonny, de gira por EE. UU. en un autobús, no posee en realidad un hogar y por eso se siente como en casa en Zenon, un videojuego terapéutico para él que sigue reglas lógicas, muy diferentes con las que brega en su vida real.
Este manejo de la paradoja moderna que alentó el star system hollywoodiense (todo el mundo te quiere pero estás solo) no resulta ni la mitad de atractivo que el hecho de que Wayne haya emancipado a un subproducto de la cultura como es el del icono pop para preadolescentes, le haya dado una voz creíble, de paso nos haya mostrado algunas de las mañas de la industria del espectáculo y nos recuerde que los niños también compiten en la despiadada carrera darwinista.
Con esta historia entretenida y bien escrita, la novela empresarial norteamericana, con nuevas caras y situaciones distintas, se alza como un género interesante, en este caso sin moralina y muy aleccionador. 10 sobre 10.
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