Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom
Martes con mi viejo profesor, Mitch Albom. Traducción de Alejandro Pareja, Ed. Maeva, 2000 (9ª edición, septiembre 2007). ISBN 978-84-96231-62-7, 215 págs. 9,00 €.
¡Ah de las recomendaciones literarias en Escuelas de Negocios! ¿Nadie responde? Algo sé del tema porque ya he estudiado en tres de ellas y el asunto de la literatura, dado que no tiene impacto directo sobre la cuenta de resultados, no parecemos tratarlo con cariño. Se opta, con contadísimas excepciones, por aconsejar todos los casos e informes de Harvard Business Review junto con “libritos” como el que aquí nos referimos.
El título original es “Martes con Morrie”, y dado que en EE.UU, ya deben saber que Morrie es un viejo profesor, pero en España no, se optó por el cambio de título. Incomprensible.
El narrador retoma el contacto con un antiguo profesor de Universidad. Este profesor, Morrie, sufre la enfermedad de E.L.A. y quiere comunicar a su pupilo la verdad sobre la vida, la amistad y el amor. Dicho así parece una simpleza y una vez leído, lo es más. Está claro que la situación extrema de una enfermedad degenerativa proporciona el escenario para la lucidez mental, pero no una conversión inmediata, estilo San Pablo camino de Damasco. Este tipo de ambivalencia es muy típica de algunas películas norteamericanas, y en este caso, la película se hizo libro. El pupilo pasa, en pocas semanas, de ser alguien intrascendente, enfocado a resultados, a su trabajo, a ser alguien que cuida de un enfermo, que escucha, que se replantea la vacuidad de su vida. Trascendencia y reflexión a espasmos.
Esto pasa porque no se han leído textos filosóficos de forma adecuada. Sólo los leímos para vomitarlos en Selectividad y nunca se nos mostraron a fondo. Si lo hubiéramos hecho sabríamos que estos libros de auto-ayuda son una dosis adulteradísima de cualquier tratado de Séneca. Y añado anécdota: también podemos adquirir la auto-ayuda a través de procesos de coaching (con honradísimas excepciones, querida Julia) y sucederte como a una amiga cuyo coach le espetó todo un discurso: “Yo he diseñado esta teoría sobre cómo debe uno comportarse, qué hacer ante determinada situación, etc…” y mi amiga, que había acudido más por curiosidad que por convencimiento, le replicó: “Perdone, eso no lo ha inventado Vd. Eso lo dijo Platón en el siglo V a.C”. È vero è ben trovato.
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