La Buena Novela, de Laurence Cossé
La Buena Novela, de Laurence Cossé. Traducción de Isabel González-Gallarza. Ed. Impedimenta, 2012, ISBN 978-84-15130-26-0, 416 págs, 23.95 euros.
Ay, Impedimenta, Impedimenta, cuánta expectativa depositada en esta novela y qué regresión a Enid Blyton he sufrido.
Esta novela, cuyo título refiere no a su contenido, sino al nombre de la librería que ponen en marcha sus protagonistas, está escrita por la novelista Laurence Cossé. Datos que proporciona wikipedia sobre ella: Boulogne-Billancourt 1950, periodista de Le Quotidien de Paris, de France Culture y novela destacada “Le Coin du voile” (premio Jean Giono, 1996)
Busco los datos biográficos del autor intentando comprender por qué ha escrito una novela juvenil con el trasunto “adulto” de la apertura de una librería en París. Y digo juvenil, sin desprecio alguno, y digo “regresión a Enid Blyton” sin desprecio alguno, porque devoré “los cinco” y “los siete” de la biblioteca de mi barrio. Lo hice con trece años, y ahora, con cubiertas tan cuidadas, con una cuidada maquetación y edición, espero encontrarme otra cosa.
Trama: personajes se afanan por abrir una librería distinta al resto, no sometida a novedades y con un catálogo escogido por “buenos escritores” que permanecen en el anonimato. Ese es el punto de partida. No pinta mal si no empezamos a caer en los clichés: uno de los impulsores de la librería es una mujer, Francesca, que para darle glamour, ha de ser de origen noble italiano (eso nunca falla en una trama francesa ni en el cine norteamericano. Y justo ayer vi La Condesa Descalza). Es rica, cultivada, vive en París, pero según se lee en la página 234, no sabe que París IV es la Universidad de La Sorbona (Bon, va…) Otro, el policía colaborador con ínfulas de escritor, que les ayuda en sus pesquisas.
Y vaya por delante que le tenía ganas a esta novela, porque se trataba de libros, librerías, del amor a la literatura, de las ganas de entusiasmarse por un libro nuevo. Y porque recientemente reseñé el ensayo Librerías de Jorge Carrión y encontrarme resonancias de sus textos, me encantaba. Así en la página, 118, se habla de la calle Dupuytren, en la que Sylvia Beach abrió en 1919 la primera sede de Shakespeare and Company.
En definitiva, La Buena Novela, creo que no es una “trepidante fábula sobre la literatura y las pasiones que despierta” (Le Figaro), sino una novela juvenil, de trama pretendidamente adulta, con buenas intenciones y cimientos, pero de personajes previsibles en situaciones increíbles.
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