David Bowie: Starman, de Paul Trynka
David Bowie: Starman. Paul Trynka. Traducción: María Pildain. Alba Editorial. Barcelona. 2011. ISBN: 9788484286677. 29,50 €. E-book: 4,99 €
Leer una biografía es casi un acto de fe por razones evidentes. En el caso de las vidas de las estrellas del rocanrol, envueltas en leyendas urbanas, verdades feas y mentiras bonitas, hay que echar mano de la fe ciega. La mayor parte roza la hagiografía, con textos malos y fotos para uso y disfrute de los fans, y poco más. Desde luego, este no es el caso de Starman.
Lo que la diferencia de otros bodrios del género es que trata la magistratura del “sexo, drogas y rocanrol”, de la que Bowie fue un digno representante, sin convertirla en el argumento central; no aburre con la imagen más sensacionalista del cantante, no hace leña de los árboles caídos (muy caído en el caso de su exmujer Angie, por ejemplo) y describe su carrera y su música seriamente. Se nota que Paul Trynka, un reputado escritor de la prensa musical y admirador reflexivo de Bowie, sabe de lo que habla.
Bowie es mucho Bowie, y no parece tarea fácil analizar a este marciano que revolucionó la música, la moda y las costumbres de medio mundo. Inventor del márquetin roquero, manipulador astutísimo y montajista ocasional, supo desde sus primeros pasos como músico lo que valía una declaración a tiempo o una buena foto. Impasible, ligón, trabajador, embaucador, obsesivo, inteligente, genial, educado, visionario, diferente, impresionable a pesar de todo. Así queda su retrato en Starman.
Su legado, que solo se esboza en el libro, es inconmensurable. Hasta sus patinazos musicales más sonoros, con el tiempo, han resultado piezas bien encajadas en ese enorme puzle en el que se ha convertido su interesante carrera; algo que han sabido apreciar las nuevas generaciones. Muchos (amores correspondidos), como Scarlett Johansson, Placebo, Arcade Fire, le idolatran. Los más jóvenes, por cierto, le conocieron por la versión atildada que Nirvana grabó de The man who sold the world.
Este ha sido el año de su resurrección por etapas. Primero filtró a la prensa unas fotos callejeras en Nueva York, después se presentó la exposición de la que, al parecer, reniega aunque ha donado muchos de sus objetos, y por último ha publicado su esperadísimo trabajo The next day (en estos días de nuevo en el candelabro por su polémico video).
Muertos y enterrados los Stones y más vistos que el tebeo, nos queda Bowie. Escuchando su música y leyendo su biografía volvemos a mirar a los ojos que más han dado que hablar de la música.
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