Una bicicleta en la playa, de Peter Viertel
Una bicicleta en la playa, Peter Viertel. Traducción de Carmen Acuña y Marcos Rodríguez. Ed. Berenice. 2007. Tapa blanda. ISBN 978-84-96756-09-0, 450 págs. 18,00 €.
Peter Viertel de oídas, de marido de Deborah Kerr, de guionista de La Reina de África, poco más. En unas cuantas semanas me he apropiado parcialmente de su mundo tras leer Una bicicleta en la playa. Junto a esta novela acopio la película Cazador blanco, corazón negro (no convenció), otra novela suya Amigos peligrosos (terrible edición de Ultramar que me está cabreando por párrafos) y la edición descuajaringada en inglés de Twelve against the gods de William Bolitho, otro héroe de Viertel.
Así que ahora soy un poco más Viertel en agradecimiento a los días de verano luminosos que me ha hecho pasar con su novela. Esta especie de autobiografía novelada en la que él pasa a llamarse Carl Woolf y relata su adolescencia y juventud en California se lee con ganas y con dependencia de la siguiente página. No sé si me engaño con este comentario pero saber que es guionista, y que sus diálogos tendrán encuadre, hace que la acción se desarrolle suavemente, encadenada, con ilación. Woolf-Viertel ha llegado a América con su familia, huyendo de la situación en Alemania. Él podrá dejar esto atrás y comenzar su propio recorrido sentimental en Estados Unidos, pero su padre seguirá regresando a Europa, seguirá pendiente de amigos y familiares y vivirá el exilio con un dolor en forma de traición que marca toda su vida.
Esa responsabilidad política para con Alemania es observada por Woolf, pero él está viviendo el conocimiento de un nuevo entorno, de actores, de condes, de ricos preocupados por su juego de tenis y por las rosas de la mesa del té. Y entra a formar parte de este nuevo mundo, no en las condiciones en las que hubiera deseado sino enamorándose de una de sus habitantes. Creo que nunca había leído una novela en la que te gustara tanto que apareciera el subtítulo, como en las películas de las tres y media de Antena 3, “diez años después”…. Porque casi toda la incapacidad del protagonista proviene de los dieciséis años que tiene, de lo lejos cronológicamente que está de todo lo que le rodea. Aprender rápido no significa que el tiempo se acelere sólo para uno mismo.
Me iré deshaciendo poco a poco de su mundo. No peregrinaré a Marbella a ver la que fuera casa de Viertel (murió en 2007). Murió en el mismo año de la publicación en español de la novela, cuyo buen trabajo de edición y traducción hay que agradecer a la Editorial Berenice.
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