No estaría nada mal que el Rey Felipe VI viajara a París para asistir esta noche a la final de la Champions League entre el Real Madrid y el Liverpool. Y que, de paso por la capital francesa, se acercará a Roland Garros o recibiera en la Embajada de España a los tres mosqueteros españoles que ya están en los octavos de final, Rafael Nadal, Carlos Alcaraz y Bernabé Zapata.

Un meritorio Zapata, joven tenista valenciano, que se ha metido en octavos tras derrotar al gigante americano Isner en cinco disputados sets, lo que para él ha sido una proeza que festejó emocionado y entre lágrimas.

Después de los episodios recientes del Rey Juan Carlos I durante su breve visita a España sería bueno para él y para los españoles que Felipe VI viaje a Paris y que la Reina Letizia acude al concierto de los Rolling Stones en el Wanda Metropolitano con sus hijas la princesa Leonor y la infanta Sofía.

No vaya a ser que se le ocurra a Sánchez, que es gafe, viajar a París y que tengamos uno o varios disgustos. A los que no veremos en estas citas deportivas de primer nivel internacional son a Belarra, Díaz, Montero, Aragones, Otegi y Esteban porque para estos ‘músicos’ de la banda Frankenstein todo lo que sea español o represente a España les provoca animadversión.

Es decir que Sanchez y su pandilla quieren que gane el Liverpool en la final de París frente al Real Madrid y que Djokovic quede por encima de Nadal y Alcaraz en la final de Roland Garros.

Pero Felipe VI debería recordar que su padre Juan Carlos I acompañó a Rafa Nadal en muchos de sus triunfos de París. Y puede que si Felipe VI no viaja a Paris se encuentre con la sorpresa de que su padre el Rey emérito se vaya a la capital de Francia desde Abu Dhabi para asistir al partido del Madrid y a acompañar a Rafael Nadal, Carlos Alcaraz y Bernabé Zapata.

Y si eso ocurriera pues ya tendríamos otra vez armado el espectáculo sobre el protagonismo nacional de los dos Reyes de España. Y a la izquierda más radical y populista tocando el bombo, como Manolo, y haciendo ruido si hay viaje a Francia de don Juan Carlos I. El que está en su derecho y libertad de viajar cuándo y dónde le parezca en el mundo, e incluso a España, aunque eso no les guste nada a los inquilinos de los primeros Palacios de este país.

O sea a ver si espabilan en La Zarzuela no vaya a a ser que el Emérito o el gafe de Sánchez les tomen la delantera y Felipe VI se quede fuera de lugar.