Inés Arrimadas, ‘La niña de luto’ en la Feria
Menuda racha lleva Carlos Herrera, el Betis gana la Copa del Rey, la SER al alcance de la mano y ahora, como diría Guardiola de Mourinho, es ‘el puto amo’ de la Feria de Sevilla donde no para de bailar sevillanas con bastante arte aunque no tanto como la guapetona Inés Arrimadas con la que Herrera se marcó unos ajustados pases como los de Morante en La Maestranza.
Inés se ha ido a la Feria a hacer campaña electoral con el ‘tente tieso’ de Juan Marín y para aparentar que Cs está en forma y no va a desaparecer en los comicios del Sur del 19 de junio, como desapareció ahora hace un año de Madrid por haberse ido, ella con Sánchez, a la fallida moción de censura de Murcia. Y, ‘de esos polvos estos lodos’ que embarran la marca naranja de Cs, desde que el líder fundador Albert Rivera la estrelló el 10-N (2019) víctima de una ciega ambición.
¡Qué arte más grande, @carlosherreracr! 💃🏻😍#FeriaSevilla22 pic.twitter.com/EPONDjPdQ1
— Inés Arrimadas (@InesArrimadas) May 3, 2022
Inés Arrimadas baila en la Feria como una bonita peonza de colores aunque en su fuero interno y en la realidad es ‘La niña de luto’ de La Palma del Condado que presiente en los toriles un maldito toro negro y astifino que empitonara de muerte a Cs en la femoral en la corrida electoral del 19-J.
Fulminando el morlaco, de la afamada ganadería de Moreno Bonilla, aquel meritorio proyecto del centro político que Albert Rivera -como antes lo hizo Rosa Díez- tiró por el balcón en el otoño de 2019 cuando, con un adoquín en la mano, se lanzó contra el PP de Casado en lugar de hacerlo contra el PSOE de Sánchez y su Combo Frankenstein.
Ahora, Rivera, también está de fiesta y acompaña en su gira de conciertos a Malú, una vez que su paso por ese Despacho de Abogados también le salió por peteneras y bastante mal. Y por eso Albert ahora anda de ‘feriante’ y a la espera de una oportunidad que, ¡vaya usted a saber!, a lo mejor se la ofrece Feijóo.
El misterioso Feijóo, que no baila sevillanas -Rajoy era capaz haciendo el Don Tancredo-, ni muiñeiras y que pretende bautizarse como ‘el hombre tranquilo’ del PP. Aunque cuidado con él porque lleva, como el Camborio en la faja, la navaja con la que remató a un Casado herido tras la embestida de Isabel Ayuso, ‘la pandillera’, que pretendió con su traición el trono nacional del PP, donde ya está sentado el taimado Feijóo.
Un personaje el tal Feijóo bien conocido en Galicia y desconocido en Madrid por cuyas calles deambula sigiloso mirándose en los escaparates como si fueran el espejito mágico de la madrastra de Blancanieves tras el que se esconde una Meiga de Órense que le echó a Feijóo las cartas antes de iniciar su viaje a Madrid diciendo: ‘Albertiño, ándate con ojos bien abiertos porque el dragón que habita La Moncloa es de armas tomar’.
Feijóo y el soldado Bonilla -ahora con estrellas de general- saben que tienen al alcance de sus manos la victoria en la batalla del Sur. Y que en esa cita no van a necesitar a Vox ni Macarena Olona para gobernar porque la izquierda no sumará como alternativa. Sin embargo la batalla de elecciones generales de 2023 es harina de otro costal.
Y no será tan fácil como piensan los nuevos inquilinos de Génova 13, salvo que Inés Arrimadas, ‘La niña de luto’, entienda tras el que será su reiterado fiasco en Andalucía y si de verdad ama España, que ya no se puede perder ni desperdiciar uno solo de los votos que le aún quedan a Cs.
Y que le toca a ella, a doña Inés, a partir del 19-J, llamar a la puerta del PP para negociar la integración de Cs (con sus ‘deudas’ incluidas) asegurando unos escaños para ella, Bal, Garicano y alguno más, facilitando que Juan Marín siga en el Gobierno de la Junta y que el próximo cartel electoral del PP para la alcaldía de Madrid incluya la imagen sonriente de Begoña Villacís.
No en vano Pulgarcito Almeida está quemado como un tizón, y sabido es que traicionó a Casado y se ha convertido en un escolta de la ambiciosa e insaciable Ayuso, ‘la pandillera’, sobre la que la Meiga le dijo a Albertiño: ‘y ten mucho cuidado con ella porque ‘la morita no está muerta’.