Sánchez y 'la cortina de humo'
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez acaba de desvelar, precisamente ahora, que su teléfono y el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, han sido infiltrados para robar información por agentes ‘externos’ -dicen- que han utilizado el programa informático Pegasus del que dispone el CNI. Y que ha sido utilizado por el Centro Nacional de Inteligencia para espiar dirigentes soberanistas catalanes relacionados con el golpe de Estado de 2017.
La revelación del espionaje a los teléfonos de Sánchez y Robles solo tiene un objetivo, como lo han denunciado Feijóo desde el PP y Junqueras de ERC: crear una cortina de humo en torno al espionaje del CNI con Pegasus a los dirigentes catalanes para presentar a Sánchez y Robles como víctimas de espionajes que llaman ‘externos’ y parecen fuera de control.
Para de esa manera y con este argumento recomponer ese ‘transformer’ político llamado ‘Frankenstein’ que constituye la base de la estabilidad del Gobierno y de la presidencia de Sánchez. Un monstruo averiado por el espionaje del CNI a los dirigentes catalanes y la aparente ruptura de ERC con el Gobierno de Sánchez pretende recomponer con la ayuda de los ministros de Unidas Podemos y de Bildu, el partido que salvó con sus votos el decreto económico del Gobierno en el Congreso de los Diputados.
Aunque la estrategia de Sánchez es mucho más sencilla, preguntando a ERC ¿acaso queréis que regrese al frente del Gobierno de España el PP con la ayuda de Vox?
Sin embargo los espionajes variados de Pegasus, cuyos contenidos podrían ser publicados dentro o fuera de España, no es el solo problema de Sánchez porque las desavenencias en el seno de su gobierno con UP crecen y la crisis de la inflación desbocada está provocando estragos en le economía, los salarios y el empleo y nadie sabe lo que todavía nos depara la guerra de Ucrania, mientras Putin reitera y aumenta sus amenazas a Europa.
Pero a corto plazo Sánchez tiene un inmediato compromiso el 19 de junio en las elecciones andaluzas, tan solo 10 días antes de la Cumbre de la OTAN de Madrid que ya veremos si se celebrará y a la que se oponen los ministros de Podemos.
En suma, demasiados problemas juntos que amenazan la estabilidad y el Gobierno de Sánchez. Pero él sigue confiando en su modelo Frankenstein en la certeza, o en la esperanza, de que logrará concluir la legislatura hasta finales de 2013 y que para entonces la economía habrá mejorado y eso le permitirá abordar con optimismo la campaña de las elecciones generales, aunque meses antes, en la primavera de 2023, tendrá que hacer frente a las elecciones municipales y autonómicas que se convertirán en la antesala de la gran batalla final.
Siempre y cuando la coalición Frankenstein no se derrumbe o estalle en sus guerras cainitas como las que añoran tensan esta coalición sobre la que el presidente Sánchez acaba de desplegar una densa cortina de humo que ya veremos lo que le durará.