Sí rotundo a la investigación de la pederastia en el Congreso
Nos parece muy bien que se abra en el Congreso de los Diputados, y a ser posible cuando antes, una comisión para investigar los miles de casos de pederastia perpetrados en España por religiosos de la Iglesia española y sobre los que no cesan de aparecer continuas y tremendas denuncias.
Estamos ante uno de los crímenes más graves como son el acoso sexual y la violación de menores ocurridos de manera masiva contra niños asustados e indefensos que, en muchos casos, han sufrido o sufrirán secuelas a lo largo de toda vida.
Y estamos ante una escasa colaboración de la Conferencia Episcopal de España -con casos de ocultación y complicidad- ante las denuncias y la necesaria clarificación de estos graves delitos, a lo que la Iglesia española llega tarde y con reticencias regateando en muchos casos la colaboración tanto judicial como policial.
Por ello nos parece bien que el Congreso de los Diputados investigue esta trama y lacra corrupta de religiosos españoles que, a igual que ocurrió en otros países, tiene su origen en la absurda permanencia del ‘celibato’ en la Iglesia Católica. El que el Papa Francisco se niega a abolir, con lo que está claro que la pederastia seguirá, por más que ahora se activen las denuncias y su pronta investigación.
Y da igual que sea la izquierda radical, o el mismísimo diablo, quien pida la Comisión de investigación en el Congreso sobre la pederastia en la Iglesia, porque la iniciativa debe contar con el apoyo decidido de todas las fuerzas políticas.
Incluidos, y sobre todo, los partidos de la derecha, porque son los hijos de familias confesionales y conservadoras los que más han sufrido el ataque de los depredadores de la pederastia en las Iglesias y colegios religiosos, como se aprecia en la actualidad en los casos no dejan de aflorar.
Y que ahora llegan con más facilidad hasta los tribunales y los medios de comunicación. Los que también tienen la obligación profesional de investigar y denunciar la pederastia, siguiendo el encomiable ejemplo que años atrás (en el año 2002) nos ofreció el prestigioso diario norteamericano The Boston Globe.