Abascal trabaja para Sánchez
El Papa Francisco debería de excomulgar a Santiago Abascal y a todos los dirigentes y los seguidores de Vox, partido anticristiano, que desprecien -o ‘escandalicen’- y ataquen a los niños abandonados de la inmigración. (‘Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños’, Lucas,27/1/6).
Así viene ocurriendo con las actitudes indecentes de Abascal y otros cargos y dirigentes de Vox contrarias a que en España se ayude a niños inmigrantes abandonados. Lo hemos visto a propósito de la crisis de Ceuta en ciertos comentarios y tuits, repugnantes hasta la náusea, de personajes de Vox que no deberían de estar en la política, aunque sus seguidores tienen y ahí están.
Y para que no quede duda de la agresividad de Vox frente a los niños de la inmigración ahí tienen a Abascal dispuesto a plantarse ante el Palacio de San Telmo de Sevilla, la sede del Gobierno andaluz que Vox quiere derribar, porque su presidente Juanma Moreno ha dado acogida en Andalucía a 13 de los niños marroquíes abandonados en Ceuta, lo que a Abascal le parece muy mal.
Hasta el punto que el jefe de las ‘centurias’ de camisas azules o pardas de Vox amenaza al presidente Moreno y al PP con derribar el gobierno andaluz para que el PSOE de Sánchez vuelva al poder en el Sur, en la compañía del revoltijo de la izquierda radical andaluza.
Y si eso ocurre Abascal se habrá convertido en aliado de Sánchez y traidor de la derecha. Y también le habrá hecho un favor a Pablo Casado porque el líder del PP acabará recuperando muchos votos de Vox, que antes fueron de los populares. Y además esa nueva nueva ruptura de Abascal y Casado va a facilitar que votantes moderados del PSOE se pasen al PP, como ya ocurrió en las elecciones del 4-M en Madrid.
En política se suele decir que a veces ‘uno no sabe para quien trabaja’. Pero Abascal si lo sabe: porque él trabaja para Sánchez y contra España. Como lo prueba su empeño, en el caso de Ceuta, de agredir y menospreciar a los niños marroquíes abandonados e indefensos a los que España y nuestras instituciones tienen la obligación de acoger y de cuidar. No en vano estos ‘angelitos moritos’ son como los ‘negritos buenos, que también se van al cielo’, que cantaba Antonio Machín.