Aplausos en el Ruedo Ibérico
Pensaba José Tomás regresar al coso de Nimes de inolvidable recuerdo para rememorar y continuar aquella inolvidable mañana de toros y la faena impresionante al morlaco dulce de Parladé. Pero los tiempos que corren no son propicios para la lírica ni para el toreo que, de momento, queda para el salón del ángulo oscuro de este país.
El Ruedo Ibérico español donde en la noche de ayer, a las ocho en punto de la tarde, sonaron en las ventanas de toda España los aplausos de millones de españoles en sentido y emocionado homenaje al personal sanitario que, en primera línea de combate, está haciendo frente al coranovirus poniendo en peligro su salud e incluso su vida.
‘Toreros, toreros, toreros’ se escuchó decir en algunos balcones ornados, como barreras de plazas de toros, con la bandera de España mientras las palmas crecían, y a las puertas de los hospitales salían a saludar, entre lágrimas y aplaudiendo ellos también, los médicos, enfermeras y personal auxiliar.
Nuestro escudo protector, que además está trabajando en condiciones muy difíciles y, en muchos casos, con escaso material de respuesta al virus y de protección personal.
Los ciudadanos, una vez más, van por delante de los políticos y superan con sus palmas las barreras ideológicas, populistas y nacionalistas, en pos de la solidaridad. Y convierten las calles ahora vacías en cajas de resonancia y de agradecimiento con esperanza de que la pandemia caiga derrotada lo antes posible en pos de la normalidad.
Fue en Italia, país donde el virus está causando estragos, donde hace pocos días se inició movimiento de solidaridad vecinal con música y palmas para mostrar su orgullo de nación, mientras en el Nessun Dorma de Turandot e interpretado por Pavarotti se lanzaba por los balcones y ventanas de todo el país con su esperanzado ‘¡Vinceró!’
En España los aplausos comenzaron el pasado sábado en Madrid a las 10 de la noche y corrieron como encendido reguero de pólvora por todo el país. Y anoche se celebró, con niños incluidos, a las 8 de la tarde la gran ovación, en homenaje a los guardianes de la Sanidad, que ahora ya saben que España entera los acompaña en su arriesgado compromiso contra la enfermedad