Y qué dice Aznar
Pues como el capitán Haddock el amigo de TintÍn José María Aznar dirá ‘rayos y centellas’ al contemplar cómo se desmorona el PP y cómo su pupilo Rajoy y su equipo de portavoces se afanan en decir que las condenas de Gürtel son de tiempos anteriores, es decir de los tiempos de Aznar. Como es el caso de Zaplana que ayer entró en prisión sin fianza y que tiene de los nervios a más de uno por las amistades famosas y poderosas que frecuentó.
Correa, El Bigotes y la boda imperial en El Escorial de Ana Aznar con el yernísimo Alejandro Agag forman parte de un escenario de exhibición de poderío (luego transformado en impunidad) de aquel Gobierno aznarí de mayoría absoluta e integrado por ministros estelares, muchos de los cuales en manos de la Justicia están y dos de ellos, Matas y Zaplana, en prisión y esperando a Rato.
El Gobierno de Aznar fue el de las grandes concesiones al nacionalismo de Pujol y las mentiras sobre los atentados yihadistas de la estación de Atocha en Madrid. Los que Ángel Acebes y Eduardo Zaplana quisieron endosar a ETA para evitar que la autoría yihadista se relacionara, ante los ojos de los españoles y en víspera de las elecciones de 2004, con la masacre criminal y el apoyo de Aznar a la guerra de Irak, como finalmente ocurrió y con razón.
También fue el Gobierno de la recuperación económica (‘el milagro’), de la foto de las Azores con Blair y Bush y de más OTAN y menos Europa. Pero en ese tiempo se fraguó la doble contabilidad del PP, con Lapuerta y Bárcenas y los ministros más poderosos, a la sombra de privatizaciones de empresas públicas, con sobresueldos y concesiones públicas, se forraron el riñón. Y a buen seguro que aún no ha salido a flote ni el 30% de lo que hubo y hay.
Pero como esto siga así del PP no quedará ni la gaviota. Y que se cuide y mucho Albert Rivera de los requiebros aznaristas y las cayetanas y del clan mediático de los ‘federicos’ -que callados como muertos están- tan amigos que son de Aznar, Aguirre y Zaplana, no vaya a ser que FAES se le suba a la chepa de Cs y que Albert Rivera tenga que dar más explicaciones de las que podría imaginar.
Rajoy, el varias veces renacido de entre sus cenizas, vuelve a estar en la picota de una merecida moción de censura que Pedro Sánchez puede presentar. Y un tanto a la desesperada insiste en subrayar que los hechos juzgados y ahora condenados en la sentencia de Gurtel son de años atrás, del tiempo de Aznar.
Pero tenemos la impresión que dicha fuga hacia delante de Rajoy como los Presupuestos de 2018 son un espejismo que no le va a servir de mucho ni le va a durar mucho tiempo. Sobre todo si Bárcenas se empeña en cantar. Y si cae Rajoy, por acción u omisión, entonces Aznar no lo lamentará aunque en ese caso el PP desaparecerá.