‘El gobierno a la sombra’
Ahora resulta que a Puigdemont la Justicia de Alemania le merece toda la confianza que no le concede a la española. Veremos que dice sí al final la Justicia alemana lo extradita a España después de pasar unas semanas en una cárcel teutona que a saber como es y en qué idioma se comunica con los presos.
Pero mientras tanto el tiempo va pasando y hemos pasado del domingo de ramos y del prendimiento al miércoles de pasión en el que los soberanistas de ERC y PDeCAT quieren volver a plantear la investidura de Puigdemont que está preso en Alemania y puede que por tres meses. Lo que les resulta imposible y agotaría el tiempo de la investidura porque el reloj electoral lo puso en marcha Turull.
Por eso también se habla de volver a la idea de investir a Jordi Sánchez con el cuento chino de una recomendación de una comisión de la ONU que no tiene capacidad ejecutiva alguna, y que está llena de países autoritarios que no son democráticos.
Es decir que si los soberanistas vuelven a las andadas y pretenden colocar a un golpista como presidente de la Generalitat se van a equivocar por cuarta vez. Y lo más que van a conseguir es que el macabro presidente Torrent del Parlament (que anuncia todos los días el fin de España, de Europa y de la Humanidad) acabe sentado ante el juez Llarena del Tribunal Supremo y con pase de pernocta para la prisión de Estremera.
Por cierto, nada de llevar a Puigdemont a la cárcel de Estremera no vaya a ser que en semejante recinto se monte ‘el gobierno catalán a la sombra’ en vez del ‘gabinete fantasma’ que suele organizar la oposición en Inglaterra.
A Puigdemont hay que mandarlo al penal de El Puerto de Santamaría para que disfrute de Cádiz y en ese caso los gaditanos le cantarán por Alegrías o por Tanguillos algunas de las chirigotas del último carnaval que ya tienen ensayadas y que hablan de Puigdemont.
Ahora bien, cuidado con la semana catalana de pasión porque los ánimos están encendidos y empezamos a sospechar que algunos golpistas están buscando un estallido de violencia brutal. Algunos ejemplos ya están dando en las calles y carreteras pero todo apunta que esa situación puede ir a más ampliando los casos violentos de los delitos de rebelión.