Gracias Rufián
‘Los caminos del Señor son inescrutables’, dicen en la Iglesia católica y en esto de la crisis catalana hay algo de cierto porque el diputado catalán en el Congreso de los Diputados Gabriel Rufián ha tenido, quizás a su pesar, un extraordinario y puede que histórico protagonismo en el desenlace aún en curso de la crisis catalana y vamos a explicar el por qué de tan providencial actuación del tal Rufián.
Los hechos se remontan a la mañana del 26 de octubre de 2017, justo un día antes de la votación en el Parlament de Cataluña de la declaración de la independencia y la proclamación de la República catalana.
En la noche anterior el lehendakari Iñigo Urkullu había estado mediando entre Moncloa y La Generalitat para que Puigdemont no pusiera en marcha la votación de la independencia de Cataluña y que en su lugar convocara elecciones autonómicas anticipadas. A cambio de este giro el Gobierno de Rajoy no aplicaría en Cataluña el artículo 155 de la Constitución.
Urkullu creyó que el acuerdo estaba hecho aunque Moncloa se negó a poner por escrito su aparente compromiso de parar el 155 si Puigdemont decidía adelantar las elecciones catalanas. Y así parecía que iba a ocurrir durante la mañana del 26-O y los servicios de prensa de la Generalitat anunciaron una declaración especial del presidente Puigdemont, y todo el mundo entendió que en ese mensaje anunciaría la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Y en estas estábamos cuando ese Polifemo de Oriol Junqueras que se auto proclama ‘creyente, pacífico y buena gente’ rugió furioso contra Puigdemont desde la dirección de ERC por su renuncia a proclamar la independencia. Y fue entonces cuando el fiel y audaz Rufián lanzó un tuit en las redes sociales donde, comparando a Puigdemont con Judas, lo acusaba de traición ‘por 155 monedas de plata’.
La mecha encendida en las redes por Rufián corrió como reguero de pólvora y cientos de personas indignadas (afines a la CUP y a ERC) se concentraron a las puertas del Palau de la Generalitat profirieron gritos de ¡traición! Y en ese momento Puigdemont se acojonó, suspendió su declaración y su plan de convocar las elecciones anticipadas (porque si ERC le acusaba de traidor las perdería el PDeCAT) y, finalmente, el día 27-O de 2017 el Parlament votó y proclamó la independencia y la República de Cataluña.
Y ¿dónde está el secreto de Rufián? Pues muy sencillo: el 27-O Puigdemont mordió la oronda y tentadora manzana de la independencia y ahí comenzó el principio del fin del ‘procés’, el 155, la actuación de la Justicia, la fuga de las empresas y bancos, el rechazo de Europa, las imputaciones, detenciones y encarcelamientos por orden de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo de la cúpula del ‘procés’ y finalmente ayer la caza y captura de Puigdemont en Alemania.
Y con todo ello el fin de la independencia de Cataluña para los próximos 100 años. Si Puigdemont hubiera convocado elecciones el 26-O la matraca del independentismo se había prolongado y reforzado durante cuatro años más. Pero gracias a Dios apareció Rufián llamó Judas a Puigdemont y este lanzó la piedra de la independencia y en tan solo cinco meses el ‘procés’ se fue diluyendo y sus jefes con Puigdemont a la cabeza, entraron en prisión. Y por todo ello decimos ¡Gracias Rufián! eres un campeón.