Golpe de Maduro e intentona de Puigdemont
Venezuela está partida en dos mitades y sin solución. Su presidente Nicolás Maduro consumó su auto golpe de Estado y la farsa de unas ‘elecciones constituyentes’ con solo sus candidatos oficiales y orgánicos, con escasa participación (41 % según el Gobierno y 12 % según la Oposición) y con numerosos enfrentamientos con violencia mortal (12 personas fallecidas), lo que constituye un fracaso electoral sin precedentes en ese país.
Una Venezuela rota y aislada porque la gran mayoría de países de América Latina y Norteamérica, Europa y del conjunto de naciones democráticas no reconocen la nueva dictadura de Maduro ni la Constitución que la Asamblea Constituyente recién elegida redactará solo al servicio de su líder.
Maduro ha consumado un golpe de Estado que tiene grandes similitudes con la ‘intentona’ de Puigdemont en Cataluña, porque en ambos casos se habla de elecciones constituyentes y en los dos son ilegales, van contra la Carta Magna del propio Chaves en Venezuela y contra el Estatut de Artur Mas en Cataluña y la Constitución Española y por ello son auto golpes de Estado, en el caso de Puigdemont en fase de intentona.
Además ambos procesos están fuera de la legalidad, carecen de mínimas garantías democráticas, en ninguno de los dos se ha conseguido apoyos o reconocimiento internacional y en ambos casos ha quedado fracturada la sociedad.
La diferencia frente al golpe de Venezuela del caso catalán estriba en que el referéndum de Puigdemont aún no se ha celebrado y el Gobierno de Rajoy promete que no se va a celebrar. Y falta por ver si la interrupción legal o por la fuerza de la consulta catalana provoca problemas de orden público como los que pueden crear los sectores más radicales de ERC y la CUP.
En todo caso cabe esperar que una notable mayoría de la sociedad catalana no se preste a secundar la farsa de Puigdemont que en el caso español no va a ninguna parte, ni en España ni en Europa, sino hacia la frustración de quienes apoyaron el proceso ilegal y hacia una fractura social -apoyada en un montón de mentiras- que tardará tiempo en poderse solucionar. Aquí y a corto plazo los secesionistas podrá optar por elecciones autonómicas, pero ese ya será otro cantar.