La partida catalana está en marcha
No estamos ante el histórico duelo por el campeonato del mundo de ajedrez que Fischer y Spassky disputaron en Islandia y que ganó el genio americano. Ni mucho menos ante una recreación de la obra maestra de Ingmar Bergman ‘El Séptimo Sello’ donde Antonio, un caballero cruzado que regresa a Suecia, su país, reta a La Muerte que ha venido a buscarle a una partida de ajedrez para ganar tiempo y aplazar la danza macabra del final de la obra.
El caso que nos ocupa es de menor trascendencia aunque políticamente puede ser importante. Hablamos de la partida de ajedrez con tiempo límite con la que Puigdemont ha retado al Estado (representado por Soraya Sáenz de Santamaría) para celebrar un referéndum secesionista el 1 de octubre y posteriormente declarar la independencia de Cataluña.
Puigdemont juega con blancas y ya ha movido su primer peón aprobando la reforma del reglamento del Parlamento catalán que les permitiría a su vez aprobar con su mayoría la anunciada Ley del Referéndum. Soraya acaba de mover ficha pidiendo un dictamen del Consejo de Estado sobre la posible inconstitucionalidad de la reforma del reglamento del Parlament. Dictamen que ha resultado afirmativo. Puigdemont responde -saltó de caballo- que no acatará ninguna de las decisiones de los tribunales y ahí incluida su posible inhabilitación por los jueces.
El siguiente movimiento de alfil de Soraya llegará este viernes cuando el Consejo de Ministros decida elevar al Tribunal Constitucional semejante reforma del reglamento del Parlament que margina a la oposición de una manera anti democrática e ilegal. Paralelamente los peones blancos y los negros libran en los juzgados una batalla legal sobre actuaciones de altos cargos de la Generalitat para preparar el referéndum, y ya son varios los imputados por distintos hechos y motivos.
En estas circunstancias el tiempo juega un papel primordial por lo que se teme que Puigdemont decida adelantar la votación de la ley de referéndum antes que se pronuncie el Tribunal Constitucional a primeros de la semana entrante, cosa que el TC hará con la mayor urgencia admitiendo el recurso de inconstitucionalidad lo que supone la suspensión cautelar de la reforma del reglamento del Parlament.
Pero a partir de ese momento y si la ley de referéndum entra en la Cámara catalana -firmada por todo el Gobierno de Puigdemont- entonces se van a desencadenar todas las hostilidades políticas y jurídicas y todo apunta a que Puigdemont acorralado en la partida por las fichas togadas de negro le dará una patada al tablero.
Y en ese caso el presidente catalán y su Gobierno entrarán en el terreno de los delitos de desobediencia a la Justicia, prevaricación y malversación (si se confirmara que la Generalitat ha comprado las urnas del referéndum). Y si los de Puigdemont recurren al ‘tumulto’ de la calle (en la Diada del 11-S) para avalar y jalear su desafío al Estado en ese caso todos ellos ya estarán pisando la raya del delito de sedición.
Y esa serie de delitos encadenados nos conducirá al choque de trenes y obligará al gobierno de Rajoy a tomar importantes decisiones para cumplir y hacer cumplir la Constitución tal y como lo prometió Rajoy al asumir a finales de 2015 la presidencia del Gobierno de España.
De momento estamos en el inicio de una partida que Puigdemont no va a ganar y que puede acabar muy mal para todos los implicados en el lado de la Generalitat, pero también para Cataluña y España en general. Y cabe preguntar ¿no hay nadie con autoridad en el nacionalismo catalán que exija a Puigdemont y al PDeCAT renunciar a este disparate monumental? Por el momento no se oye nada ni aparece nadie lo que sin duda es mala señal.